En el corazón no se manda.
Así como el presidente Andrés Manuel López Obrador ya tiene a su gallo para sucederlo, Miguel Barbosa preparaba al suyo.
El ex gobernador no podía decidir quién sería el abanderado de Morena, pero sí quién no.
Luis Miguel Gerónimo tenía derecho de veto.
Alejandro Armenta o Ignacio Mier.
En la terna que llegaría a la final no figuraba su primo Julio Huerta.
Con su muerte, las reglas de la sucesión cambiaron.
Aquel 14 de diciembre del año pasado, el nombre del primo del ex mandatario comenzó a sonar en el Congreso del Estado.
Antes de que Sergio Salomón fuera designado como gobernador por una mayoría de 38 votos a favor y uno en contra entre los 39 diputados presentes, intentaron colar el nombre de Julio Miguel Huerta Gómez.
Imposible, aseguraron a un par de cabilderos los legisladores.
Entre los acuerdos que se pactaron para dejar al grupo barbosista tranquilo, destacó el del jefe Julio. Doña Rosario Orozco y el otrora grupo en el poder aceptaron las condiciones para palomear el nombramiento.
No les quedaba de otra, realmente.
El hoy gobernador, hombre de palabra, ha cumplido hasta el último minuto: Secretario de Gobernación y precandidato.
No es su delfín.
Tampoco era el de Miguel Barbosa.
Meses atrás, como lo han relatado algunos columnistas, las comidas entre las familias Salomón y Barbosa eran comunes.
El ex gobernador veía en Sergio Salomón a su carta para sucederlo.
Había dado ya la instrucción para “bajar” de la contienda a Olivia Salomón vía las plumas y medios de Verónica Vélez.
SS siempre fue su favorito.
Lo tenía en una posición clave y confiaba en él ciegamente.
Pidió a sus asesores de confianza acompañarlo en el proceso y aconsejarlo como lo aconsejaban a él.
La caprichosa vida adelantó los tiempos.
Seguramente Salomón Céspedes iba a llegar a silla de la mano de su amigo Luis Miguel, pero ¿quién no quiere la gubernatura sin competir y con casi 120 mil millones de pesos para ejercer?
También el hoy gobernador tiene a su favorito.
Mañana les cuento.