La compra de las licencias de Adobe con sobreprecio por parte de la Coordinación General de Comunicación y Agenda Digital de Puebla, en la época de Miguel Barbosa cuando Verónica Vélez era la directora, es sólo la punta del iceberg.
Tan sólo en ese movimiento, hay más de 600 mil pesos que llegaron a las manos de alguien y no de la empresa que fabrica y distribuye los programas.
Como tip, la Auditoría Superior del Estado podría solicitar la información directamente a Adobe, ya que la compañía tiene registro de dónde y en qué equipos se abrieron los programas, porque para usarlos se necesita una clave de acceso ligada a un correo electrónico.
Algo similar pasó con la canción que pagó el Barbosismo en más de 19 millones de pesos a Zeeka Producciones, cuando —según KC Music— las canciones de ese tipo llegan a costar, por mucho, un millón.
A estos dos casos, hay que sumar la compra de publicidad a medios que hasta la fecha no tienen un alcance digno. Los portales que nacieron y murieron en la administración de Luis Miguel Gerónimo, y que recibieron miles de pesos en contratos.
Hasta el momento, la ASE reveló un daño patrimonial de 25.8 millones de pesos en el área de “la maestra”, pero es sólo el inicio.
Mal, muy mal hizo Verónica en creer que el poder que tuvo era eterno.
La prepotencia, vanidad, soberbia y excesos siempre cobran factura. Vélez Macuil tuvo un enorme poder que no merecía.
No estaba lista para manejarlo.
A Vero Vélez ya le quedó más que claro: los amigos hechos desde el poder y el dinero se van, pero los enemigos se quedan.
Y como dato adicional, ya empezaron a rastrear la campaña negra que hicieron en 2019 contra el gobernador electo, Alejandro Armenta, vía Pool Media.
¡Lo que se viene!