A partir de la semana que estamos concluyendo, México ha entrado de lleno en el proceso de la designación del candidato o candidata a la Presidencia de la República por Morena para la elección de 2024 y cuyo triunfo hasta hoy parece casi seguro, ante una oposición desorganizada, carente de liderazgos y que aún sigue deshojando la margarita para definir primero el método y después quiénes pueden participar en el proceso de selección que los lleve a postular al candidato o candidata de la Alianza del PRI, PAN y PRD, ya que hasta ahora el otro partido con fuerza electoral en el país Movimiento Ciudadano, que actualmente gobierna dos estados: Nuevo León y Jalisco ha venido declarando a través de su líder nacional Dante Delgado que irán solos en la elección del próximo año, aún a sabiendas de que sus posibilidades de lograr triunfos importantes se ven remotas, lo que estarían buscando es hacer crecer su fuerza y presencia política, para llegar en mejores condiciones a la elección de 2030.
Con la renuncia del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, el pasado 12 de junio, se inició el proceso de salidas de los demás aspirantes a la candidatura presidencial, Ricardo Monreal al Senado de la República, de la jefa de gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum y finalmente la del secretario de Gobernación Adán Augusto López, quienes ha firmado los compromisos ante la dirigencia nacional de Morena de aceptar el resultado de la encuesta del Partido para la designación del candidato o candidata que resulte ganador debiendo sumarse a darle su apoyo, de evitar las descalificaciones entre los contendientes, de no acudir a los medios conservadores a hacer campaña o aceptar entrevistas- en un claro acto de censura y discriminación de medios- y de evitar cuestionar los programas de gobierno del Presidente; aceptando la regla de que el segundo lugar será el líder del partido en el Senado, el tercero el líder en la Cámara de Diputados y el cuarto será incorporado a una Secretaría de Estado del próximo gobierno.
Bajo el esquema anterior, el ganador de este proceso inédito en la historia de México por parte de un Presidente, lo será López Obrador, ya que independientemente de quién resulte ser el candidato (a) ganador, quién será denominado “Coordinador o Coordinadora Nacional de los Comités de defensa de la Cuarta Transformación 2024-2030”, está asegurando desde ahora la unidad del partido con una operación cicatriz adelantada, que evitará que alguno de los perdedores, se rebele o acepte ser candidato del bloque opositor para enfrentar al candidato (a) de Morena en 2024; es decir, la experiencia de la derrota que sufrió el partido en la elección a gobernador del estado de Coahuila del pasado 4 de junio, por haberse postulado el exsubsecretario de Seguridad Pública del gobierno federal Ricardo Mejía Berdeja por el PT al no aceptar los resultados de la encuesta de Morena para definir el candidato a la gubernatura que recayó en el senador Armando Guadiana, quien a la postre resultó el candidato perdedor ante el candidato de la Alianza PAN, PRI y PRD Manolo Jiménez Salinas.
Con este escenario, el Presidente asegura no sólo a su sucesor (a), sino también el control del Poder Legislativo con las Cámaras de Diputados y de Senadores que tendrían asegurada por lo menos una mayoría del cincuenta por ciento más uno y en una victoria apabullante, la mayoría calificada para sacar adelante la reforma constitucional que le permitiría el control del Poder Judicial, que es el único que hasta ahora ha escapado a su subordinación y lo ha enfrentado en forma directa echando abajo varias de sus reformas legislativas que le fueron aprobadas por ambas cámaras.
Si al final los resultados son favorables al plan del Presidente, su sucesor (a) tendría el camino allanado para continuar con la cuarta transformación, incluso con mejores condiciones de las que tuvo López Obrador, sólo sería cuestión de apegarse al plan preestablecido y de que en los seis años del nuevo gobierno se logren consolidar los programas, políticas públicas y obras que ya no podrán ser concluidas en este sexenio.
Lo anterior significa, que se podría lograr desaparecer los organismos autónomos como el INAI, el INE y la CNDH que han sido incómodos para el Presidente y que ha logrado de alguna manera desactivar; en el caso del INAI al no permitir el nombramiento de los Comisionados que le hacen falta para funcionar, del INE al pretender romper con su estructura y a la CNDH presupuestalmente para evitar que la defensa y protección de los Derechos Humanos llegue a todo el país.
De ahí que el mundo ideal con el que soñaron los Presidentes del período neoliberal, López Obrador lo habrá logrado dejar perfectamente estructurado para su sucesor, a fin de que la Cuarta Transformación en México pueda continuar los próximos seis años.
Tendría que suceder algo muy grave o que finalmente la clase media del país salga a votar masivamente en 2024 por el candidato (a) del bloque opositor, lo que quizás no sea suficiente para evitar que gane el candidato a la Presidencia de Morena, pero sí, para dejar un Poder Legislativo donde no tengan las mayorías que les permitan ejercer un gobierno autoritario, sin contrapesos y que se vea obligado a gobernar con lo que le permita la oposición para que realmente exista un equilibrio de poderes y en México se escuchen todas las voces y corrientes de pensamiento.