No hace falta ser un experto en comunicación política para saber el nivel de preparación de algunos políticos mexicanos.
Delfina Gómez es un claro ejemplo. Como Cuauhtémoc Blanco en Morelos, lo que está por pasar en el Estado de México puede ser una tragedia.
Delfina no puede ser gobernadora. No se lo merecen los habitantes del Edomex.
¿Por qué no se va a presentar al debate con Alejandra del Moral el próximo 20 de abril?
Porque no le da para intercambiar opiniones. Iba a ser todo un espectáculo verla hacer un esfuerzo por hilvanar un par de ideas.
Ella representa la ignorancia promovida por el populismo.
No va porque va a quedar exhibida. Porque es candidata por un pago de factura.
Para cualquier candidato preparado medianamente, estos espacios se aprovechan para que los ciudadanos conozcan con más amplitud el contraste de ideas sobre temas que están en duda.
Pero que Delfina Gómez huya a debates no es nuevo: hizo lo mismo en 2017, cuando intentó gobernar el Estado de México por primera vez.
Lo que suba Alejandra del Moral lo va a bajar Delfina y viceversa. La elección de este año, a diferencia de la pasada, es entre dos.
Por eso esconden a la maestra.
Morena aplastó en las presidenciales en 2018 con AMLO, pero eso no bastó para hacer ganar a Gómez un año antes.
El PRI pelea por su supervivencia y una derrota puede ser brutal para sus planes de regresar como una alternativa. Además, tiene 51 de los 125 alcaldes en el Estado.
Delfina Gómez está en apuros. Encabeza las encuestas, pero sus negativos son muy elevados. La intención de voto está en su techo, todo lo que venga será para abajo.
Huir del debate puede ser el punto de partida para su derrota.
Al tiempo.