Para rendir mejor y cuidar nuestra salud, la ciencia sugiere que sólo trabajemos un máximo de 38 horas, pero en México el promedio es de 50. De acuerdo con un estudio de la Organización Mundial de la Salud, trabajar más de 55 horas por semana incrementa en 35 por ciento el riesgo de un ataque cardíaco.
Contrario a las recomendaciones de salud, México es el peor país de los miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) para equilibrar vida y trabajo: “México es el país con el porcentaje más alto de personas que trabajan de manera remunerada muchas horas, con 27 por ciento, seguido por Turquía con cerca de 25 por ciento y Colombia, con casi 24 por ciento de sus empleados”, advirtió el organismo en un comunicado difundido el primero de marzo.
Como es lógico, a más horas de trabajo, menos oportunidad de ocio, de convivir con la familia, de desarrollo personal y otras áreas de autocuidado y recreación.
Si bien la OCDE reporta que la media de trabajo en México es de 50 horas semanales, existen varias profesiones y personas que dedican muchísimo más, sobre todo en sectores conocidos como informales, que hoy en día son la mayoría (55.6 por ciento). Basta platicar con un conductor de plataforma tipo Didi o Uber, quienes reportan jornadas de 12 horas diarias. De hecho, en varias publicaciones se estima que trabajar menos de ese periodo no sería rentable.
Los cajeros de tiendas de conveniencia, como el caso de OXXO, dedican diez horas diarias durante seis días de la semana, para ganar menos de 4 mil pesos mensuales.
El sistema ha alentado el emprendimiento como una opción para generar riqueza independiente al trabajo formal. Por ello, no son extraños los casos de las llamadas “mamás luchonas” que venden varios productos, tienen algún emprendimiento, trabajos de jornada parcial, amén de todas sus labores como ama de casa.
Los emprendedores de clases populares ganan un máximo de diez mil pesos, a cambio de jornadas prácticamente sin principio ni fin, en muchos casos, financiadas con otros empleos o labores de tiempo parcial.
En medio de este escenario, también se ha popularizado como indicador de éxito rutinas extenuantes, que incluyen levantarse a las cinco de la mañana, hacer ejercicio, jornadas de trabajo larguísimas, estudiar posgrados y tener tiempo para el desarrollo personal. Incluso el hombre más rico del mundo, Elon Musk, se ha distinguido por incentivar a que sus empleados duerman en sus oficinas, como un ejemplo de dedicación y esfuerzo.
No son extraños ni pocos ya los casos de trabajadores que, inmersos en esta cultura, caen extenuados de un paro cardíaco, un derrame cerebral o sufren el llamado síndrome de burn out o agotamiento extremo, que tan sólo en México afecta a tres de cada diez personas.
Y es que en esta cultura tener tiempo de relajamiento, de convivencia con la familia, de descanso u ocio es sinónimo de ser un fracasado o mediocre. La máxima es “luchar por tus sueños”, siendo éstos una extensión del mercado: viajar a Disney, recorrer el mundo, ser famosos, tener un buen coche, mansiones o cuerpazo.
El precio a pagar por cumplir estos sueños inducidos es la salud, la estabilidad mental y la vida misma.