Como el alcohol o una sustancia psicoactiva, el trabajo también se puede volver una adicción, incluso sin que la persona se dé cuenta. Esta situación puede tener afectaciones tanto en la salud de las personas como en su productividad.
“Como cualquier adicción, el trabajo puede generar dependencia, pero es difícil diagnosticarlo porque estamos en una sociedad que premia estas actitudes, pero puede ser igual de dañino que el alcoholismo”, señala Denise Caltum, directora de la firma P3Program.
Al igual que el alcohol o las sustancias psicoactivas, el trabajo se puede convertir en una adicción, coinciden especialistas consultadas. Para Regina Athie, directora de Cuéntame, plataforma de bienestar y salud mental, las personas pueden enfrentarse a este problema cuando vinculan al trabajo todo su valor como seres humanos.
“Solamente nos sentimos bien cuando nos va bien en el plano laboral. Todas nuestras emociones se basan en cómo nos está yendo laboralmente y no hay una separación entre la vida personal y laboral”, explica.
De acuerdo con el Termómetro Laboral de OCC Mundial, el 55% de los trabajadores en México se asume como workaholic. De ese universo, el 14% asegura que se aisló en el trabajo durante la pandemia, en buena medida como respuesta al incremento en las cargas y extensión de las jornadas laborales.
“Ser workaholic se puede confundir con la apariencia de responsabilidad, de dedicación y del sacrificio de la vida personal. Pero la adicción al trabajo puede provocarnos trastornos del sueño, contracturas musculares, cansancio, estrés, hipertensión, problemas de peso, entre otros. Pero aparte de esto, puedes perder amistades”, expone Denise Caltum.
or su parte, Regina Athie subraya que las personas que se obsesionan con el trabajo son más propensas a desarrollar burnout, con todos los problemas físicos que implica. “Esto puede generarnos problemas cardiovasculares o diabetes. Adicionalmente, podemos desarrollar ansiedad o depresión; sin darnos cuenta, tenemos síntomas de ansiedad cuando no trabajamos y esto se convierte en un patrón, también se puede experimentar un sentido de culpa al dejar el trabajo”.
Además, coinciden en que la adicción al trabajo puede cobrar una alta factura a la salud de las personas, pero también en sus relaciones personales y familiares.
Sin embargo, el desafío de este problema es que las personas pueden anclarse al trabajo sin percatarse. “Lo complejo de los workaholic, es que como utilizamos el trabajo para escapar de otras emociones, tendemos a no darnos cuenta de que estamos cayendo en hábitos de un workaholic”, señala la directora de P3Program.
En otras palabras, “puedes pasar por un momento difícil, y enfocarte en el trabajo como vía de escape como cualquier otra adicción. Pero cuando el trabajo se convierte en tu vida, y como socialmente es celebrado, puedes ir por ese camino y sin darte cuenta que puede afectarte mucho y ser la entrada a otras adicciones”, complementa Ivonne Borden, directora de la firma Agregando Valor.
Estar conscientes de una obsesión por el trabajo puede ser aún más difícil en una sociedad que premia estas conductas. Como lo detalla Denise Caltum, “un workaholic suele ser el primero en llegar y el último en irse, y eso socialmente está bien visto. También puede ser esa persona que si se enferma, no descansa para recuperarse e incluso sigue trabajando enfermo, y como sociedad aplaudimos que la persona sigue laborando”.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han advertido que las largas jornadas y las sobrecargas de trabajo son responsables de 750,000 muertes al año.
Además de las afectaciones en la salud de las personas, la CEO de Cuéntame subraya que la adicción al trabajo también puede representar riesgos para las empresas, especialmente cuando el colaborador está agotado, un ejemplo de ello son los accidentes laborales.
Continúa leyendo en eleconomista.com.mx