Tres hectáreas de bidones, mangueras, cubetas y precursores, una extensa red hidráulica para mover sustancias, instalaciones eléctricas y de gas; un megalaboratorio que era empleado para fabricar hasta tres toneladas de metanfetamina diarias, escondido entre los maizales de Rafael Buelna, en el municipio de Angostura, Sinaloa.
Es territorio de los Chapitos. Aquí el gobierno mexicano, el Ejército y la 9 Zona Militar han emprendido una cacería para erradicar laboratorios y plantíos clandestinos. De acuerdo con la Secretaría de la Defensa, solo en Sinaloa -en lo que va de 2023- han sido localizadas 67 instalaciones de este tipo.
Trabajos de inteligencia lograron obtener información de la existencia de este “megalaboratorio”, como lo califica el coronel Obdulio Villegas, comandante del 44 batallón de infantería, por ser el más grande en su tipo, con 36 reactores. Aseguramiento que se suma al laboratorio localizado apenas el 14 de febrero, en la localidad de Pueblos Unidos, en el municipio de Culiacán, que tenía hasta 28 reactores.
A lo lejos, es imposible identificar que se trata de una fábrica de drogas sintéticas y según personal militar dedicado a la erradicación de laboratorios, la clave está en localizar los canales de riego, pues se requieren grandes cantidades de agua, una región boscosa que permita evadir la vigilancia aérea, y un fuerte olor a químico.
Al lugar arriban los pixelados verdes, encargados de brindar la seguridad perimetral, han pasado apenas unas horas desde que fue localizado el laboratorio, por lo que en cualquier momento, integrantes de la organización criminal podrían regresar por el equipo o los materiales químicos que fueron abandonados, y desatar un posible enfrentamiento.
Se marca el alto al personal de tierra y es cuando se hace presente el equipo de detectores de precursores químicos, que ataviados con máscaras y pijamas de plástico, son los primeros en ingresar y de verificar el tipo de sustancias localizadas. Nadie ingresa sin una máscara, la exposición a los residuos de las sustancias podría ser mortal.
Oculto, como si se tratara de un rancho común, este complejo cuenta con nueve secciones y en cada una se destila el olor a amoniaco y acetona, los llamados precursores, provenientes de países como China o India. Ahí, abandonados, hay dibujos alusivos a ‘El Chapo’ Guzmán, dormitorios, bodegas, mesas con producto, tanques de gas, condensadores y reactores, máscaras, botas, recetas y fórmulas; se estima que hasta hace unas horas, por lo menos 30 personas ‘cocineros’ trabajaban en el lugar.