El viernes por la noche, Anthony Silva volvió a ser figura en un partido donde el Puebla jugó con uno más —desde el minuto 8’— ante el peor equipo que hay en la Liga MX. Eso dice mucho.
Y es que ni el más optimista de los aficionados piensa que con ese funcionamiento, el conjunto sea capaz de conseguir, si quiera, un punto contra América o Monterrey, los próximos rivales de la Franja.
Es más, ya ni piensan en los puntos, sólo esperan que el equipo no sea goleado —y humillado— como en Pachuca.
Los entiendo: cómo ilusionarse cuando Querétaro, con un hombre menos y de visitante, jugó un mejor partido, te generó acciones claras de gol y, por lapsos muy largos, te dominó.
Si lo quieren ver por el lado positivo, son este tipo de partidos —con rivales de tu nivel— los que debes aprovechar para conseguir puntos. Lo malo, es que sólo enfrentas a Mazatlán, Juárez y Gallos una vez en todo el torneo.
Y si somos francos, Mazatlán y Bravos están un escalón por arriba.
En el planteamiento, Eduardo Arce regresó al planteamiento que en su momento le dio éxito a Nicolás Larcamón, jugando esa línea de 5 con De Buen detrás de los mediocampistas y con un solo delantero. Eso sí, bastante lejos uno del otro en cuanto a calidad.
A pesar del gol, sigo sin entender el rol de Guillermo Martínez. No te puede retener una pelota, no es rápido en contragolpe y ni siquiera genera la presión adecuada en campo rival. No es casualidad que La Franja siempre disminuye su nivel de juego cuando está en la cancha.
No todo fue malo, Facundo Waller tuvo un buen debut en el equipo, Silva sigue en un gran nivel y Federico Mancuello lideró cuando las cosas se pusieron difíciles. De ahí en fuera, nada más que destacar.
El Puebla tiene que festejar todo lo que pueda esta victoria porque no sabemos cuándo vuelva a tener otra, pero Querétaro no te puede servir de parámetro para creer que todo va mejor.
Tengamos algo en cuenta: era imposible jugar peor de lo que jugaron contra Tuzos.
Al final, La Franja ganó, pero no convenció.