La lealtad y amistad de la mayoría de los periodistas en Puebla se cuenta en pesos. Al pasar de los sexenios y trienios, las columnas son casi las mismas, sólo cambian algunos nombres. Lo mismo con los tuits.
Muera el rey, viva el rey.
“Soy un periodista del poder” le llegó a suplicar un comunicador a Sergio Ramírez Robles para entrar en la nómina. “Eres un pendejo, me la pelas” escuchó con la cabeza agachada un locutor de voz de Rafael Moreno Valle, frente a su jefe y dueño de una estación de radio en FM.
Algo debe tener el poder que destruye la dignidad de muchas y muchos.
En periodismo, como en la vida misma, la lealtad entre compañeros de oficio no existe. La memoria es flaca cuando de pesos se habla. La desgracia de unos, es la soberbia de otros.
Qué vacío debes tener en el corazón para alegrarte de ver caer a un colega con el que compartiste redacción y micrófono. Para mofarte. Para olvidarte de que alguna vez te ayudó económicamente.
Hace 3 días, Genaro Vázquez Rojas —en Twitter— soltó el rumor de que Arturo N. saldría de la cárcel en los próximos días para cubrir la vacante que dejaría Verónica Vélez Macuil en el Gobierno del Estado. Ni lo primero ni lo segundo.
Ayer, Ricardo Morales tuiteó sobre un supuesto pacto y la liberación del Director de Cambio:
Sí, son los nuevos tiempos en Puebla, donde muchos respiran, tuitean y hasta caminan más tranquilos, pero no se confundan: los agravios del autor de Tiempos de Nigromante son muchos y con gente que se volvió más poderosa desde diciembre del año pasado.
Que no se espanten algunos, falta un poquito más para el regreso de Arturo.
Un regreso épico.
Al tiempo.