Hoy por la mañana, el Consejo de la Central de Abasto de Puebla alzó la voz para exigir al gobernador Alejandro Armenta que refuerce la seguridad en este icónico centro comercial. Y no es para menos. La Central ha sido el epicentro de una serie de incidentes que parecen sacados de un guion de película de suspenso: asaltos, asesinatos, robos, bodegas incendiadas, invasiones, demoliciones sospechosas, y cómo olvidar la eterna lucha de la organización 28 de Octubre por hacerse de un espacio en las áreas aledañas. Todo esto, sazonado con el caos provocado por la eterna construcción del paso a desnivel, ha dejado a la Central convertida en un polvorín social y político.
Pero lo realmente intrigante no es la petición de seguridad, sino quién la hace. Luis Pinto Medel, actual secretario del Consejo de la Central de Abasto, reaparece exigiendo presencia policial y mayor control. ¿Curioso, no? Porque si algo sabemos, es que Luis Pinto no llegó ahí solo. Fue precisamente de la mano de Pepe Chedraui que resurgió en la escena, tras años de estar relegado. Pinto fue aliado clave en la campaña de Chedraui, respaldándolo cuando este buscaba conquistar el Palacio Municipal. Y ahora, ese mismo Pinto se queja de la ausencia del gobierno municipal en la Central. ¿Lealtades desmoronándose? ¿O simples ajustes de cuentas?
El panorama se torna más oscuro si se observa la figura de Mauro Nava, subsecretario de Abasto y Mercados. Se rumora que sus preferencias personales están moldeando decisiones clave, favoreciendo a sus cercanos mientras ignora (o margina) a figuras incómodas como Pinto. No es secreto que la relación entre Luis Pinto y Mauro Nava ha sido tensa desde gobiernos anteriores. Pero ahora parece que esa vieja rivalidad está costándole a Chedraui uno de sus principales aliados.
¿Estará el alcalde escuchando solo los susurros convenientes de Mauro Nava? Porque si el presidente municipal sigue cegado por estas intrigas palaciegas, pronto podría encontrarse más solo que un bodeguero sin clientela en lunes por la tarde. Y claro, siempre estarán las revistas y medios aduladores, esos que prefieren la foto sonriente y el titular amable, antes que enfrentar al alcalde con la dura realidad: la Central de Abasto es un desastre. Un desastre que no se resuelve con discursos, sino con decisiones firmes.
Luis Pinto no es ningún santo, eso es evidente. Ha jugado con varios bandos, se ha adaptado al vaivén político como pez en el agua. Hoy exige seguridad, mañana podría estar pactando con otros actores si sus demandas no son atendidas. Porque en la Central de Abasto, más que productos, se comercian lealtades. Y la pregunta es: ¿Pepe Chedraui seguirá perdiendo aliados mientras su equipo cercano le vende espejismos?
Tal vez, mientras se queman bodegas y se roban mercancías, lo único que realmente se está desmoronando es el frágil tejido de alianzas que sostuvo al actual gobierno municipal. Y si algo sabemos de los mercados, es que cuando un producto pierde valor, rápidamente es sustituido.
La Central de Abasto no solo necesita seguridad. Necesita liderazgo. ¿Lo encontrará antes de que se termine el inventario?