Una llamada de mi querido Mario Montero me tomó por sorpresa:
-Hermano, que se cayó el helicóptero de Rafael, ¿sabes algo?
-No mames, hermano, ahorita checo.
Un minuto después, estaba en la línea con otro hermano de vida, Israel Vital:
-Oye, cabrón, que se cayó el helicóptero de Moreno Valle.
-No mames, cabrón, ahorita pregunto. No mames.
Minutos después, todo Twitter —hoy X— estaba inundado con la noticia y rumores.
Un fallo mecánico fue la causa del accidente, según la investigación del gobierno y un peritaje independiente encargado por los familiares de la gobernadora y el ex gobernador.
Los rumores no faltaron: que los mataron, que fueron los huachicoleros, que el narco, que otros políticos poderosos.
Las actas de defunción revelan que fallecieron a las 17:25 horas del 24 de diciembre del 2018, casi tres horas después de que se desplomara el helicóptero en el que viajaban.
Y aunque personajes como Nadia Navarro aseguraron que se trató de un atentado, nadie ha podido demostrarlo.
Si tienen pruebas, que las presenten, diría el clásico.
Ese día murió también el Morenovallismo, uno de los grupos políticos más importantes en la historia del estado.
Los herederos naturales del capital político de Rafael no supieron agruparse para continuar con el legado del líder, de su líder.
Los gritos de “justicia” de Luis Banck, orador principal en el homenaje en la Plaza de la Victoria a petición de Rafael Moreno Valle Suárez, frente a la entonces secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero, terminaron por dilapidar los acuerdos que se tenían.
El otrora poderoso grupo no se recuperó nunca.
Algunas de sus figuras como Tony Gali, Eukid Castañón o Jesús Morales se adaptaron a los nuevos tiempos y encontraron posiciones clave para continuar vigentes en la vida pública.
Aunque, sin Rafael, nada fue igual.
***
Para mentadas, denuncias y chismes: 2221.60.17.54