La campaña electoral y el debate presidencial van calando como lluvia fina en el sentir de la ciudadanía mexicana. Se nota por el subidón que ha experimentado en las encuestas el conocimiento que se tiene en la calle de quiénes son los candidatos, porque el 45% sabe que el 2 de junio se abren las urnas y, sobre todo, porque un 72% de la población ya tiene decidido qué voto depositará en ellas.
Este último sondeo de Enkoll para EL PAÍS y W Radio, levantado entre el 8 y el 14 de abril, no reporta grandes sorpresas sobre la aspirante que se alza vencedora, la morenista Claudia Sheinbaum, con buena diferencia sobre los demás (60% de preferencia efectiva); pero sí hay un escenario todavía abierto para la candidata opositora, Xóchitl Gálvez (33%), que tendrá que pelear con uñas y dientes para no dejarse comer el terreno por Jorge Álvarez Máynez (7%).
El emecista ha ido ganando puntos precisamente porque partía con más desventaja e inició la carrera electoral mucho más tarde, solo le queda subir. Desdibujado en un inicio, a Máynez ya le ubica la mitad de los electores y la buena opinión que tienen de él se alza con un 36%, exactamente la misma que obtiene Gálvez. Él sube justo los tres puntos que ella baja en esta categoría, aunque no se puede hablar aquí de un trasvase de votos. “Máynez, por ahora, está recolectando entre los indecisos, así se ve en las gráficas”, dice Heidi Osuna, directora de Enkoll. Sheinbaum va sobrada de afinidades ciudadanas (67%). Si la medalla de oro parece clara, las de plata y bronce todavía se están jugando.
La fortaleza casi inmutable de Claudia Sheinbaum, que incluso crece en algunos aspectos, como la preferencia bruta de voto (54%) o la favorable opinión de la ciudadanía (67%), achica la figura de Xóchitl Gálvez, que no es capaz de sacudirse los lastres de su campaña y los que van surgiendo día con día. Una foto 48 horas después del debate, en la que aparece rodeada de los dirigentes de los partidos que la sostienen, Alito Moreno por el PRI, Marko Cortés por el PAN y Jesús Zambrano por el PRD, no necesita mucha explicación. Ella misma la ofreció el jueves pasado dando un zapatazo encima de la mesa: “Voy a mandar al carajo muchas cosas que no estoy dispuesta a aceptar”, dijo. “Voy a ser yo y si me quieren como soy, adelante”, zanjó.