Desde hace más de cien años, el 8 de marzo es un día que conmemora los derechos conquistados por las mujeres en todos los ámbitos, así como la larga historia de luchas y sacrificios para conseguirlos. En la actualidad, durante esta jornada, se organizan marchas y manifestaciones en todo el mundo para denunciar que todavía queda mucho camino por recorrer hasta alcanzar esta deseada igualdad real entre hombres y mujeres.
Algunas de las proclamas que más se escuchan durante la jornada de protesta son:
- La reclamación de la equiparación laboral y salarial
- Una presencia igualitaria en puestos políticos y empresariales relevantes
- El rechazo a la violencia de género, como la carga desproporcionada del trabajo doméstico y no remunerado que recae principalmente en mujeres y niñas, la violencia laboral, el matrimonio infantil, el acoso y hostigamiento sexual, los estereotipos de género, las leyes, prácticas, usos y costumbres discriminatorios.
- La exigencia de más políticas para detenerla.
En definitiva, un empoderamiento completo de las mujeres en el marco de la sociedad actual.
Los motivos por los que se estableció un día para reivindicar el lugar de la mujer en la sociedad parece que están claros. Sin embargo, ¿por qué hacerlo precisamente un 8 de marzo?
En 1975, las Naciones Unidas (ONU) conmemoraron por primera vez el Día Internacional de la Mujer. Dos años después, la Asamblea General de la ONU lo formaliza, pese a que su primera conmemoración se remonta al 28 de febrero de 1909, cuando el Partido Socialista de América designó el día en recuerdo de la huelga de trabajadoras del sector textil en Nueva York, Estados Unidos.
Resulta que, en marzo de 1857, en el marco de la revolución industrial, las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York salieron a la calle a protestar en masa por las duras condiciones de trabajo.
Si bien es cierto que en ese momento las condiciones laborales de todos los trabajadores eran durísimas, la precariedad se daba especialmente con la parte femenina del sector, cuyos salarios podían llegar a ser menos de la mitad que los de los hombres solo por el hecho de ser mujeres. Las protestas terminaron con la intervención violenta de la policía contra las manifestantes, pero aquella manifestación sentó un primer precedente gracias a su gran repercusión.
En efecto, el movimiento llegó a Europa en 1910. La Internacional Socialista, reunida en Copenhague, invitó a cien mujeres de diferentes países. Allí se propuso celebrar en marzo un día de la mujer para luchar por obtener el sufragio universal femenino.
En el marco del Día Internacional de la Mujer que este año lleva el lema: Invertir en las mujeres: Acelerar el progreso, lleva implícito el mensaje que esta inversión, no solo es en el tema de equidad y brecha de género, sino también que al erradicar los problemas e injusticias a las que se enfrentan, es para beneficio de toda la sociedad, no solo para las mujeres, pues invertir en las mujeres es un imperativo desde la perspectiva de derechos humanos y la piedra angular para crear sociedades inclusivas.
Visibilizar la desigualdad que todavía prevalece y los problemas sociales que aquejan mayoritariamente a las mujeres, de modo que se llame a resolverlos y a garantizar la igualdad entre géneros, benefician a todo el mundo y que mejor forma de hacerlo por medio de la educación, pues con ello, podrá promoverse y fomentar las condiciones que den lugar a la no discriminación, igualdad de oportunidades y de trato entre los géneros, el ejercicio de todos los derechos de las mujeres y su participación equitativa en la vida política, cultural, económica y social del país.
Entonces, el reconocimiento y ejercicio de los derechos de las mujeres, con la finalidad de garantizarles una vida libre de violencia y su plena participación en la sociedad, es necesario para el desarrollo y crecimiento de todos, tanto de varones como de mujeres.
Desafortunadamente en el gobierno de AMLO, las mujeres han sido víctimas de abandono y nulo apoyo a sus justas demandas, mediante la desaparición de programas como las guarderías infantiles que les permitían contar con un trabajo de tiempo completo, las desapariciones que han crecido en este sexenio en comparación con los anteriores, la violencia e inseguridad, feminicidios, la falta de atención a problemas de salud, como la eliminación de la vacuna contra el papiloma humano, falta de medicamentos para combatir el cáncer de mama y cervicouterino; así como el cierre de albergues y apoyos para mujeres en situación de violencia.
Lo anterior podría modificarse, si tenemos a la primera mujer presidenta en el país en este 2024; sin embargo de acuerdo a las propuestas del segundo piso de la 4T no tenemos la certeza de que las cosas mejoren, ya que no es suficiente con que exista la paridad en la distribución de las Cámaras de Diputados y Senadores, así como en el gabinete presidencial, mientras no se plantee la necesidad real de combatir los problemas que enfrentan las mujeres mexicanas y en especial de la población indígena y en condiciones de pobreza extrema.