Escondido, pero tranquilo —y millonario— en Canadá. Así anda el exrector, Alfonso Esparza, después de ser acusado de desviar 671.6 millones de pesos de la BUAP, a través de prestanombres, según consta en la carpeta de investigación 028/2020/UEIORPI.
¡Hasta la novia está entre los cómplices!
Extrañamente, los directivos de la Benemérita han guardado silencio. Ni un solo señalamiento contra Esparza.
¿La razón? Un pacto en lo más alto del poder universitario: no encubrir, pero tampoco exhibir las —muchísimas— irregularidades en la gestión del Tío Poncho.
La complicidad con las anteriores autoridades es clara: Norma Pimentel, actual tesorera de la BUAP y una de las incondicionales de Alfonso Esparza, se quedó para ocultar el manejo irregular e irresponsable de los “apoyos especiales”, que son los recursos que solicitan los directores para adquirir, por ejemplo, tablets para estudiantes.
De éstos no hay facturas, todo se maneja en cash y sin comprobantes. Al final y con sobrecosto, los reportaban con ese nombre.
Acusada de meter a su hija Andrea y su esposo Rigoberto como proveedores de la Universidad, durante más de un año, Pimentel ha limpiado, poco a poco, todo el movimiento de los apoyos para no dejar rastro.
De igual forma, la actual tesorera asea el cochinero de su íntima amiga, la exgerente de las Farmacias Fleming, Ángeles Benítez, señalada por usar empresas fantasma para adquirir material y mobiliario con sobrecosto.
Todo con la complicidad de la actual administración.
Habría que sumar este dinero a los cientos de millones pesos en operaciones simuladas, según la Auditoría Superior del Estado, relizadas con facturas apócrifas por los cercanos a Esparza Ortiz.
Para mentadas, datos, ofensas, denuncias: 221 590 5837.