En los últimos años la Inteligencia Artificial (IA) ha evolucionado rápidamente, impulsando avances tecnológicos en diversas áreas. A medida que la IA se vuelve más prominente, también es crucial considerar su impacto en el medioambiente.
Las redes neuronales y los algoritmos de aprendizaje automático requieren una gran cantidad de recursos computacionales para su óptimo funcionamiento. Uno de los principales problemas asociados con la inteligencia artificial es su alta demanda de energía.
Los robots y sistemas de visión por computadora pueden identificar y separar materiales reciclables con mayor precisión y velocidad que los métodos tradicionales, lo que contribuye a una mejor gestión de los recursos y una reducción de la huella ambiental. Esto significa que la inteligencia artificial puede ayudar a optimizar los procesos de reciclaje y clasificación de residuos, mejorando la eficiencia y reduciendo la contaminación.
La IA requiere grandes cantidades de información para mejorar sus algoritmos. Esto nos obliga a preguntarnos sobre la recopilación, el almacenamiento y el uso de datos personales y sensibles.
De acuerdo a lo externado por Grace Palomares, en este 2024 será fundamental establecer marcos legales y regulaciones sólidas para el uso ético de los datos y proteger la privacidad de estos.
También considera que con una visión a largo plazo y un enfoque responsable, la Inteligencia Artificial se convertirá en un aliado valioso en la lucha por un futuro más sostenible.