Mientras los partidos políticos buscan acercar posiciones, representantes del INE estiman que este mecanismo puede ayudar, pero admiten que no será viable a corto plazo ni será más económico.
En las más de un centenar de reformas electorales que se presentaron ante el Congreso de la Unión, entre ellas la del presidente Andrés Manuel López Obrador y las de la oposición, hubo una gran coincidencia: la de avanzar en la implementación del voto electrónico en futuras elecciones federales y locales.
Incluso, a pesar de las discordancias sobre temas electorales, respecto del voto electrónico hay una conicidencia tanto en el presidente López Obrador, como el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, y otros integrantes del Consejo General; todos han respaldado la posibilidad de avanzar hacia ese mecanismo en futuras contiendas.
¿Voto electrónico en 2024?
El presidente ha expresado que su reforma no busca desaparecer al órgano encargado de organizar las elecciones, sino “frenar” al sistema corrupto y “evitar” los fraudes electorales y para ello, entre otras cosas, ha propuesto la implementación del voto electrónico e incluso, estima que podría estar listo para el 2024,
Además, ha destacado que habría una notable reducción del dinero en la organización y realización de comicios electorales.
“Estoy seguro que cuesta menos, que no es tanto gasto. Como se está ahora discutiendo la reforma electoral, ayudaría mucho un sistema así: seguro, imparcial, eficiente, rápido. Hay que buscar la forma. Es un hecho de que ese sistema funciona… como pasó en Brasil o en Costa Rica”, comentó el Ejecutivo Federal en una mañanera.
Urna electrónica genera confianza, pero no es la panacea
A partir de 2003, México inició diversos estudios y desarrolló alternativas electrónicas para que la ciudadanía pudiera ejercer su voluntad popular a través de este mecanismo. En ese año, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Coahuila produjo e implementó por vez primera de forma vinculante un sistema de voto electrónico, mecanismo que después siguieron Chihuahua, Ciudad de México, Jalisco, Nuevo León y San Luis Potosí, para lo cual diseñaron cada uno sus propios mecanismos. El tema y los ejercicios continuaron desarrollándose.
Para el 2021, según el Informe integral de la evaluación de la implementación de este mecanismo, la urna electrónica es una herramienta que garantiza universalidad, libertad y la secrecía, así como los principios y valores que protege la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales en la concepción tradicional del voto.
Incluso, durante las elecciones celebradas en los estados de Coahuila e Hidalgo –en el 2021–, se expresó que a 7 de cada 10 electores encuestados, le generó mucha confianza el dispositivo.
Sin embargo, para el consejero electoral Martín Faz la urna electrónica ha coadyuvado a la realización de elecciones oportunas y confiables, con un alto nivel de aceptación y confianza entre la ciudadanía, pero aclara que ésta no es la panacea, sobre todo por los costos que implica desarrollar esa tecnología.
“Mucha gente dice: ‘Miren a Brasil, ¡qué maravilla!’, pero Brasil lleva 30 años desarrollando un voto electrónico. Inclusive ya es inconstitucional el voto impreso.
“Creo que hay que dar paso al voto electrónico, pero no nos hagamos falsas ilusiones respecto a que el voto electrónico en el corto e incluso, en el mediano plazo, va a significar bajar los recursos, que es un poco como el argumento que se tiene”, anota.
El licenciado en Filosofía explica que, a lo largo de tres décadas, la nación carioca ha desarrollado su propio software y hardware, lo cual no es nada sencillo.
Además, cada urna electrónica en Brasil tiene un costo aproximado de 2,000 dólares, amén de que el país no tiene a la venta más equipo, porque es un desarrollo propio.
“Realmente pensar que el voto electrónico en el corto y mediano plazo va a abaratar los costos, es una perspectiva falsa, puede ser una narrativa publicitaria, pero técnica y operativamente no es viable”, refiere.