Cuando los priistas poblanos hablan del nuevo PRI, mienten. No existe el nuevo PRI.
Aunque enfrentan la peor crisis de su historia, la dirigencia en Puebla continúa con las prácticas que los han llevado a casi desaparecer como Instituto Político.
Ya nadie le cree al Revolucionario Institucional. No respetar la ley, romperla e incumplirla, fue su perdición.
Hay muchos ejemplos a nivel nacional.
El relevo generacional de gobernadores que se tomaron la foto con EPN y que terminaron, en su mayoría, en la cárcel es una prueba que ahí está.
Alito se ha distinguido por acaparar el poder y servirse de él.
Pero veamos el entorno local.
¿Son distintos?
Néstor Camarillo no ha entendido que las y los mexicanos estamos hartos de los excesos.
A cada reunión, el presidente estatal del PRI arriba en su machuchona, con sus zapatos y cinturón Ferragamo. Se le olvida —o no sabe— que 4.8 millones de mexicanos no han comido hoy.
No legisla a favor de los más pobres, pero sí conduce una camioneta de más de 2 millones de pesos.
A la Suburban blanca de Camarillo Medina, siempre le sigue un Jetta rojo 2018 —propiedad de Omar Rojas Rosario— con dos guaruras. Uno que maneja y otro que corre a abrir la puerta al político para que se baje justo en el lugar de su destino.
Tan sólo en fotomultas, el Volkswagen de los escoltas de Néstor acumula 39 infracciones, de las cuales 38 están sin pagar.
A esto hay que sumarle los $43,308.00 de adeudo vehicular, ya que no ha pagado ni el control vehicular ni la tenencia de la unidad desde 2021.
¿Cómo le puedes pedir a los ciudadanos que cumplan con sus obligaciones cuando acumulas años de adeudos?
¿Cómo hablar de una nueva generación de políticos cuando “los nuevos” continúan con las peores y más viejas prácticas?
Y luego preguntan por qué arrasa Morena.