El gobierno de López Obrador no es para nada austero, cuando se trata de los suyos. El presidente tampoco escatima recursos para sus caprichos: Dos Bocas, el Tren Maya o el Aeropuerto Felipe Ángeles.
Durante toda su carrera, AMLO ha presumido una vida modesta, repudiando los privilegios y lujos. Es más, una de sus principales banderas, en campaña y gobierno, es la austeridad.
Sus hijos y sus cercanos no han aprendido -no han querido- la enseñanza.
Desde 2019, José Ramón López Beltrán ha habitado un par de residencias, una con un valor superior al millón de dólares y otra de cuando menos 370 mil.
Conduce, además, una camioneta Mercedes de un millón y medio de pesos, a nombre de su pareja como nos han querido vender pensando que somos idiotas.
Los tenis que presume el menor de los López tampoco pueden pasar desapercibidos. ¿Cuántos jóvenes mexicanos pueden traer un calzado de más de 150 mil pesos (equivalente a más de un mes del sueldo del presidente y la (no) primera dama juntos)?
El semestre en su internado en Inglaterra cuesta un millón 124 mil pesos, según datos de U.K.boardingschools.com
Como que los números de la Cuatroté no cuadran.
Y así podemos continuar con una larga lista de personajes cercanos a Andrés Manuel, que lo dejan muy mal parado.
La modestia de los morenistas se ha quedado sólo en el discurso.
Vivir en Palacio Nacional también sale muy caro: cerca de medio millón de pesos mensuales en servicios, sin contar los 147 trabajadores de confianza que tiene contratados.
Por mucho que el presidente siga viajando en vuelos comerciales y comiendo tlayudas en sus giras, mientras sus hijos estudien en Inglaterra, usen relojes Rolex y zapatos de 150 mil pesos y él viva en Palacio, sostener el discurso de la austeridad republicana será imposible.
Al final, el poder iguala.
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