Pocas mujeres en América Latina trabajan en electricidad, gas, agua, construcción y transporte, actividades donde se está concentrando la transición hacia los empleos verdes, según la OIT. En cambio, ellas laboran más en industrias impactadas por la crisis climática.
Al afectar las actividades económicas, el cambio climático y los desastres naturales destruyen empleos, especialmente los que ocupan las mujeres, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Pero sin perspectiva de género, los empleos verdes también dejarían a más de 1.5 millones de trabajadoras sin su fuente de ingresos.
Mediante políticas apropiadas, la región podría crear 22.5 millones de puestos de trabajo al 2030 que ayuden a descarbonizar los sectores de la agricultura, silvicultura, energías renovables, construcción y manufactura, señala la OIT en el reporte Empleos verdes, una oportunidad para las mujeres en América Latina.
De dicha cifra, 18.5 millones de puestos de trabajo se generarían en ocupaciones masculinizadas y al mismo tiempo se perderían 6 millones en otras áreas. Para el caso de ocupaciones feminizadas, se prevé la creación de 4 millones de nuevos empleos y la destrucción de 1.5 millones.
Es decir, las mujeres tendrían menos participación en los nuevos empleos. El 72% de las mujeres en América Latina trabajan en el sector servicios “y están casi ausentes en sectores como electricidad, gas, agua, construcción y transporte”, donde se está concentrando la descarbonización.
Por ejemplo, la OIT estima que para 2030 en las energías renovables se crearán 100,000 nuevos puestos de trabajo, lo que representa un crecimiento del 22% respecto al dato actual. Dicho aumento impulsará otro incremento de 2% en el sector de la construcción, o sea 540,000 empleos, pero en esta actividad se emplean principalmente los hombres.
Desastres naturales afectan más a las mujeres
“La degradación ambiental y el aumento de la temperatura afectan a toda la población, pero en especial a las mujeres y a quienes viven bajo múltiples formas de exclusión y discriminación, ya que impone mayores costos a quienes tienen menos recursos para enfrentarlos”, indica la OIT.
El impacto de la crisis climática es mayor en algunas regiones y es diferente entre hombres, mujeres, personas no binarias, indígenas, rurales y afrodescendientes que viven en condiciones de pobreza o tienen poca escolaridad.
Y a pesar de que América Latina y el Caribe aporta cerca de 8% de las emisiones de gas efecto invernadero (GEI) a nivel global, es una de las zonas más afectadas por el cambio climático y la segunda más propensa a vivir desastres naturales.
Según el reporte de la OIT, las crisis climáticas desplazan a más mujeres que a hombres. Por ejemplo, debido a la falta de lluvias en el Corredor Seco de Centroamérica (parte de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá), la población siembra sólo una vez al año, lo que genera escasez alimentaria y provoca mayor migración hacia Estados Unidos.
En el recién publicado informe, la OIT nos pone otro ejemplo concreto de cómo un desastre natural afecta más a las mujeres: En 2010, tras un terremoto y un tsunami en Chile, “el 46.5% de los puestos de trabajo perdidos en las zonas más afectadas” los desempeñaban las mujeres. Pero luego de la reconstrucción “solo 14% fueron para ellas. El saldo neto es que el 60% del total de empleos perdidos fueron de mujeres”.
Y bueno, si algo nos enseñó la emergencia sanitaria por la covid-19 es que las crisis, cualquiera que sea su origen, marcan “un retroceso importante para las mujeres” y, particularmente en la región. En este contexto, “América Latina experimentó la mayor reducción del empleo femenino en el mundo, retrocediendo 18 años en su participación laboral, desde 52% en 2019 a 48% en 2020 y la recuperación del empleo ha sido más lenta para ellas”.
Pero si el calentamiento global y otras crisis terminan con el trabajo de millones, el avance hacia industrias y modos de vida menos contaminantes ofrece nuevas oportunidades laborales. “Una transición justa genera empleos verdes, es decir, puestos de trabajo decentes que contribuyen a la conservación, restauración y mejora de la calidad del medioambiente” garantizando los derechos humanos laborales, señala la OIT.
Más acceso a internet, más empleos verdes
Para la OIT, la segregación de género en el trabajo inicia en la escuela. Las mujeres no podrán beneficiarse realmente de las nuevas oportunidades de empleo si siguen subrepresentadas en las carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (CTIM o STEM por sus siglas en inglés).
“Los estereotipos de género aún permean los distintos niveles de la educación. Los textos escolares, las prácticas en las clases y las distintas señales que reciben las niñas sobre sus habilidades y posibilidades en la vida, marcan un camino que las lleva a limitar sus opciones de carrera y alejarlas de opciones formativas en el área CTIM. Ampliar las oportunidades de las mujeres y las niñas requiere cuestionar las normas sociales vigentes”.
El acceso y uso de las mujeres a las tecnologías digitales es también un requisito para que se protejan de los riesgos del cambio climático, dice la OIT. Pero en América Latina, entre 2017 y 2018, el porcentaje de acceso a internet fue de 63% para los hombres y 57% para las mujeres. La mayor proporción de quienes están excluidos son los hogares rurales, las personas mayores y las de menores ingresos y educación.
Pero las mujeres indígenas “están en peores condiciones si las comparamos con mujeres no indígenas y con hombres indígenas y no indígenas”. Menores niveles de escolaridad y mayores tasas de analfabetismo, poca autonomía y reducido acceso a la toma de decisiones en la vida comunal y fuera de ella definen su contexto, y muchas veces ni siquiera se las reconoce como trabajadoras.
Con información de eleconomista.com.mx