Secuestrado, dividido y acorralado, el PRI de Puebla apenas se logra mantener en pie.
En el peor momento se encontró con el peor dirigente de su historia, Néstor Camarillo. Sus excesos hoy tienen al Tricolor más débil que nunca.
Militantes de todo el Estado están decepcionados.
El todavía dirigente del PRI le hizo creer a la Alianza Mejor rumbo para Puebla, el viejo mito de que las estructuras territoriales priistas están fuertes y organizadas para ayudar al triunfo de Eduardo Rivera Pérez.
Les vendió espejitos y se los compraron. Las mejores posiciones fueron entregadas a los miembros de su pandilla.
Ahí se quedaron, otra vez, cientos de liderazgos jóvenes que tienen años esperando una oportunidad.
Néstor Camarillo Medina se siente el dueño del Revolucionario Institucional, pero no tiene la autoridad para cuidar del partido.
No sólo es que el poderoso Jorge Estefan salga del PRI, sino lo que representa. A éste lo seguirán operadores y presidentes municipales de todo el Estado.
Durísimo golpe para Eduardo Rivera y sus aspiraciones.
En el PRI de Puebla ya no queda casi nadie y tiene el grupo político más raquítico y mediocre de su existencia.
El priismo poblano ya está acostumbrado a la derrota y ya no es ni la sombra de lo que un día fue.