Sobrevivientes de ataques con ácido exigen a las autoridades de México poner un alto a la impunidad que rodea sus casos y otorgar justicia a todas las mujeres víctimas de esta violencia extrema.
Agrupadas en un frente común, decenas de mujeres que han sobrevivido a este tipo de agresión se pronunciaron ante la postura de la Fiscalía del Estado de Oaxaca, que estuvo a punto de conceder arresto domiciliario a Juan Vera Carrizal, exdiputado local del PRI señalado de ser el autor intelectual del ataque con ácido en contra de la saxofonista oaxaqueña María Elena Ríos.
Aunque esa resolución se echó para atrás por los reclamos de mujeres, organizaciones de la sociedad civil, legisladoras y hasta por la intervención del presidente Andrés Manuel López Obrador, otras sobrevivientes ven como un riesgo latente que las fiscalías consideren estas decisiones porque “transmiten un mensaje de indiferencia e impunidad”.
“Están abriendo puertas para que se sigan cometiendo más de estos crímenes. Por eso, en un grito desesperado, decimos ¡ya basta! y exigimos que el Estado mexicano nos haga justicia. Exigimos un alto a la impunidad”, dijo en entrevista Carmen Sánchez, sobreviviente de ataque con ácido y directora de la fundación que lleva su nombre.
Impunidad, la constante
La Fundación Carmen Sánchez MX, que brinda apoyo a mujeres que han enfrentado la llamada violencia ácida, registra 34 casos de mujeres atacadas con ácido en México. Solo en uno se ha sentenciado al agresor a una pena de ocho años de prisión.
Sin embargo, considera la activista, se trata de una sentencia que no corresponde con el delito cometido, debido a que antes de que se aprobara la tipificación del delito de feminicidio en grado de tentativa, la mayoría de las autoridades clasificaban estas agresiones como “lesiones menores, que sanan antes de 30 días”.
Ahora han logrado que algunas carpetas de investigación sobre los ataques con ácido se reclasifiquen como tentativa de feminicidio, un logro, dice Carmen, de las mujeres que no han cedido en su búsqueda de justicia.
“La realidad es que las mujeres que sobrevivimos a un ataque con ácido no solo nos tenemos que enfrentar a la violencia machista del hombre que intentó asesinarnos, sino también a la violencia e indiferencia institucional, a la impunidad del Estado, a la revictimización social”, lamenta.
Por ello, ante el primer intento de una fiscalía para liberar a un agresor, aunque no se trate de su caso, crece el miedo en las sobrevivientes.
En esta fundación han identificado que casi todas las mujeres agredidas con ácido tenían entre 20 y 30 años al momento del ataque, y los intentos de feminicidio los cometieron sus parejas o exparejas.
“Nos intentan asesinar en los lugares que creemos seguros: la propia casa, el trabajo o en el trayecto de la casa al trabajo”, expone.
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