Una cosa es lo que presumen el presidente y sus aplaudidores en las mañaneras, y otra la realidad del país. El año que termina no fue tan positivo para López y compañía.
El grupo de hackers Guacamaya y sus filtraciones de documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional tambalearon a todo el gobierno cuando se dio a conocer que protegieron al hijo de El Chapo, Ovidio Guzmán y el estado de salud del presidente.
López Obrador tuvo que reconocer que está enfermo y que tiene varios padecimientos. En los 6 terabytes que hackearon venía información sobre el vínculo de autoridades con el narco y proyectos ambiciosos de la Sedena, como convertirse en una empresa turísita y una aerolínea.
No pudieron negarlo. Y para variar y como siempre, el asunto terminó con AMLO diciendo que el hackeo no expuso nada grave, que no es noticia, que ya a nadie le importa.
Tampoco han podido con la violencia. Siempre fue mejor el AMLO de oposición que en el gobierno. Su sexenio, pase lo que pase, será el más violento en la historia de este país.
No dejan de acusar a Calderón de empezar una guerra con el narco, pero la Cuatroté, desde mayo, superó las muertes violentas ocurridas en el sexenio del panista. También superaron ya las cifrqs de Peña Nieto y todavía les faltan dos años.
La violencia en México no solo se mide por números absolutos. La tasa de homicidios dolosos también se ha triplicado en el actual sexenio. Cuando Felipe Calderón era presidente de México, el país tenía 8 homicidios dolosos por cada 100,000 habitantes, hoy se ubica en 28.
Y cómo les dolió la marcha del #INENoSeToca

La gente marchó para defender la autonomía de las instituciones electorales, no a favor de algún partido y no contra López Obrador, pero como siempre— lo tomaron personal.
Quedó claro que después de ver lo que sucedió en todo el país, no podemos dar por ganadores a los morenistas en el 2024. Los ciudadanos unidos podemos cambiar cualquier encuesta.
No pudieron evitarlo: las fotos del Monumento a la Revolución y Avenida Reforma con miles de mexicanos le dieron la vuelta al mundo.
Y la más dolorosa derrota para López Obrador: el rechazo a su reforma constitucional electoral.
La oposición —por fin— evitó que el INE se transformara en el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, eliminar los diputados de mayoría relativa y reducir de once a siete el número de consejeros.
Sí, lograron el “Plan B” para recortar presupuesto y facultades al Instituto Nacional Electoral, pero perdieron.
Que no se les olvide a los políticos: siempre será un buen día para defender a México.