Por sentido común, nadie quiere que continúe la guerra en Ucrania. Tal vez en Rusia se pensó que sería una cuestión rápida como en Crimea, pero la diferencia en este tema es la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Como quiera que sea, podríamos decir que eso marcó el inicio del conflicto armado, la intención de incorporación de Ucrania a la OTAN.
Desde cualquier punto de vista, es una guerra desigual, pues militarmente Ucrania es apoyada por Estados Unidos, Europa y otros países, si bien Rusia ha tenido el apoyo de otros estados con la compra de su gas y petróleo, incluso, aunque Estados Unidos no hubiera querido, le ha comprado petróleo a Rusia, pues este a su vez se lo vende a la India y este país a los Estados Unidos.
Como señala el analista geopolítico Alfredo Jalife, estamos en un punto bipolar pues hay muchos discursos; por un lado, vemos la hipocresía del Occidente, donde se ha generado discursos de heroísmo ucraniano mientras que se empujó como una idea la rusofobia y, por otro lado, vemos también como Rusia no ha podido cumplir con su escenario dado que ha sido el país que más sanciones ha recibido en estos tiempos, entonces resulta crucial lograr una negociación.
Ha habido intentos de países mediadores; sin embargo, los esfuerzos hasta el momento, no han sido suficientes.
Lo impensable sería que muchos más países se involucraran, por ejemplo, que China acudiera al apoyo militar y táctico de Rusia, tras ese escenario, una Tercera Guerra Mundial significaría el exterminio de millones de personas y posiblemente una devastación de países enteros.
La reconciliación entre las naciones bélicas también será muy difícil en el futuro, máxime si se convierte en viable una de las propuestas para detener este conflicto, como el que Rusia se quede con el territorio conquistado en Ucrania.
Ahora bien, si se pensara que los mexicanos estamos muy lejos de la guerra, nuestro país ha resentido sus efectos. De primera mano se podría pensar que las relaciones comerciales con Ucrania y Rusia son de bajo impacto; sin embargo, productos en específico que consumimos sí causaron efectos negativos. Ucrania es uno de los principales productores de granos del mundo, pero el conflicto armado con Rusia ha cortado su cadena de suministro, por lo que sufrimos un golpe económico. Por ejemplo, en el costo de las tortillas. El Informe trimestral enero – marzo 2022, realizado por el Banco de México señala que en 2019, el principal producto que México importó de Rusia fueron los abonos y fertilizantes, mismos que representaron 24% del total de las importaciones. A su vez, el índice inflacionario se incrementó, aumentando con ellos los precios de la canasta básica, básicamente, nuestra inflación es importada.
Así pues, en mayor o menor medida, este conflicto de una u otra manera, afecta a todo el mundo.
Recientemente, China publicó su posicionamiento proponiendo en un documento doce puntos para negociar la paz, entre los que destacan: el respeto a la soberanía; el fin de la Guerra Fría; obvio el cese inmediato de las hostilidades; reanudar las conversaciones de paz (siendo este un llamado a Ucrania, pues abandonó la mesa de negociaciones), asimismo, resolver la crisis humanitaria; entre otras. Si Rusia no sale a emitir algún comentario, puede ser que sea el signo de querer negociar la paz y que Ucrania sea generosa, aceptando ello.
Esperemos que la presión internacional de las dos grandes potencias Rusia y Estados Unidos, ante el anuncio del presidente Ruso Vladimir Putin el pasado martes 21 de febrero de retirarse del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas conocido como nuevo START que consiste en un acuerdo entre ambas potencias para evitar el uso de armas nucleares y que fue prorrogado por cinco años más en 2021, pone en grave riesgo la seguridad mundial; en virtud de que Putin, declaró que si Estados Unidos hace uso de dichas armas, Rusia está en todo su derecho de hacerlo; lo que significa que en cualquier momento de no lograrse un acuerdo conciliatorio entre ambos países, la humanidad está en grave riesgo de que uno de ellos pueda iniciar una guerra de fatales consecuencias, lo que justifica el resolutivo de la Asamblea General de Naciones Unidas que se pronunció por una paz “justa y duradera” y que también fue apoyada por el voto de México.