La muerte de Norma Lizbeth ha conmocionado al país. La adolescente de 14 años falleció 10 días después de ser golpeada con una piedra por Azahara, una compañera de su escuela. Varios alumnos grabaron la pelea y difundieron el video en redes sociales. Nadie detuvo la agresión.
Según denunció la familia, hacía tiempo que Norma era víctima de bullying en la Secundaria Oficial 0518, ubicada en el municipio de Teotihuacán, Estado de México; pero ninguna autoridad educativa hizo nada.
Ahora, decenas de personas han mostrado su indignación en redes sociales y han pedido castigo. Han lanzado una solicitud en Change.org para que el caso no quede impune. La directora de la secundaria fue destituida y Azahara, también de 14 años, fue detenida por la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, acusada de homicidio.
¿Qué ha sucedido en el país para que el acoso escolar arruine vidas? Norma murió por un traumatismo de cráneo. Azahara enfrentará una sentencia en un centro de internamiento para adolescentes.
“Le estamos fallando a la infancia. La infancia de este país tiene muy normalizada la violencia y eso va a traer consecuencias”, explica Saskia Niño de Rivera, cofundadora de Reinserta. Esta organización civil, dedicada a menores en contacto con la violencia, incluirá en su programa de reinserción social a Azahara.
El bullying que mató a Norma también refleja el fracaso de las iniciativas gubernamentales que desde hace una década se han implementado en el país para atender el acoso escolar. “Solamente fueron paliativos”, lamenta Fernando Ruiz, director de Investigación de Mexicanos Primero, una organización que promueve el derecho a la educación.
El impacto del acoso escolar en México
El caso de Norma estremece y no es aislado. En el mundo, uno de cada tres jóvenes sufre acoso escolar, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). En México, 69.5% del personal docente ha mencionado que en sus grupos hay intimidación o abuso verbal entre estudiantes, y 58.7% reporta agresiones físicas entre el alumnado, según un informe de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MejorEdu).
En el nivel medio superior, el acoso escolar es la principal causa de abandono escolar en el 1% de los casos. Sin embargo, 55% de quienes dejaron la escuela y señalaron otro motivo como el principal, sufrieron esta violencia al menos una vez.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que el bullying escolar provoca depresión y ansiedad; lesiones físicas, fracaso escolar, problemas emocionales y hasta la muerte. Para atenderlo, urgen acciones eficaces de las autoridades educativas, de salud, seguridad y justicia.
Un problema mal atendido
La violencia entre estudiantes no es nueva, pero ha sido mal atendida y ahora tiene una capa adicional: tras enfrentar la peor pandemia de los últimos 100 años, con escuelas cerradas y en aislamiento, niños, niñas y adolescentes desarrollaron o profundizaron problemas socioemocionales; sin embargo, todavía no hay estrategias amplias para atenderlos.
“No se trata de un evento aislado, es una situación que está reflejando ambientes escolares muy deteriorados, muy dañados”, explica Fernando Ruiz.
Entre 2014 y 2021, la Secretaría de Educación Pública (SEP) recibió 6,252 quejas por bullying. Además, en el mismo periodo, la dependencia registró 16,649 llamadas en la línea de atención telefónica al acoso escolar.
Esto no basta. La SEP debe crear programas de capacitación al personal docente y no burocratizar los procesos de atención, demanda Niño de Rivera.
Los programas educativos aplicados hasta ahora no han detenido el problema. En el sexenio del expresidente Felipe Calderón, por ejemplo, se lanzó el programa Escuela Segura; en 2014, ya durante el gobierno del priista Enrique Peña Nieto, surgió el Programa Nacional de Convivencia Escolar. El caso de Norma Lizbeth muestra que falta mucho por hacer para prevenir el bullying en las escuelas.
“Han sido un fracaso las políticas que el gobierno federal y los gobiernos estatales han aplicado hace más de una década”, reitera el investigador.
Un error ha sido el abordaje de la violencia escolar como un contenido que enseñar a los estudiantes, como si se tratara de una asignatura más. Cuando lo urgente es que las autoridades educativas aprendan a no ser indiferentes ni omisas, y a no subestimar cualquier acción de agresión u hostilidad, apunta la asociación Tejiendo Redes Infancia.
Los testigos
La normalización de la violencia desde edades tempranas disminuye las habilidades empáticas y puede ser una causa para que otras personas sean testigas de agresiones y no hagan nada, como sucedió con los compañeros de la escuela de Norma.
“Les pareció más importante grabar que salvarle la vida y eso habla de un problema de normalización de violencia”, lamenta Niño de Rivera.
Mientras la discusión pública se centra en si se deben aumentar las penas a los adolescentes en conflicto con la ley, el verdadero problema queda de lado. Tiene que ver con que las infancias en México crecen en entornos violentos. Los problemas socioemocionales aumentaron con la pandemia, pero, también, han crecido a la par de la inseguridad pública y de la violencia generada por una fallida estrategia de combate al tráfico de drogas.
El apoyo emocional
Una de las principales causas por las que se produce el acoso escolar es que no se atienden las condiciones socioemocionales de las niñas, los niños y los adolescentes, agrega Antonio Villalpando, investigador de Mexicanos Primero.
La atención socioemocional, además de reforzar el bienestar de los y las menores, brinda herramientas de resolución de conflictos y crisis. En otros países, como Argentina, las escuelas implementan una estrategia de “pensamiento en grupo”. Cuando hay situaciones de estrés, conflictos o violencia en las aulas, se llama a toda la comunidad escolar, a familias y estudiantes, para dialogar sobre cómo resolver los problemas.
“Hacer estas intervenciones ataja los problemas antes de que desemboquen en una violencia física, en una violencia verbal, que también puede dejar secuelas muy graves”, detalla.
La muerte de Norma Lizbeth es un triste recordatorio de que el acoso escolar no debe ser olvidado ni ignorado. Atender este problema de manera integral evitaría que niños, niñas y adolescentes trunquen su futuro. Salvaría vidas.
Con información de expansion.mx