Una vez iniciado el proceso de elección de los precandidatos de Morena para que el ganador o ganadora de la encuesta final sea su candidato o candidata a la Presidencia de la República para el 2024, conforme a las reglas establecidas por la dirigencia nacional del partido, es necesario analizar las condiciones en las que se irá desarrollando el proceso en los próximos meses, hasta llegar a agosto en que culminarán las campañas y será en septiembre cuando ya todos los ciudadanos sabremos quién fue el o la que ganó la postulación, ya que aunque la situación pareciera que no se saldrá de control y de que los aspirantes respetarán lo firmado, y que no rebasarán el tope del presupuesto de cinco millones de pesos que les asignó el Partido a cada uno para la promoción de su imagen en todo el país, planteo las siguientes interrogantes:
¿A cuánto ascienden los montos de los gastos que cada uno de ellos erogó en los meses anteriores a su inscripción al proceso siendo funcionarios públicos para promoverse en todo el territorio nacional?
¿Quién o quienes revisarán si lo gastado, tuvo su origen en el uso de recursos públicos o propios de los aspirantes?
¿Alguna autoridad fiscalizadora o electoral, se ocupará de investigar lo gastado por los aspirantes? ¿O este hecho a ninguna de ellas le importa? Incluidos los partidos de la Alianza opositora.
¿Algún ciudadano con dos dedos de frente le creerá a los aspirantes que efectivamente sólo gastarán los cinco millones asignados para promover su imagen?
Las respuestas quizás nunca las tendremos ya que es un proceso donde la negación de la realidad es lo que impera y la forma en que se ha tratado de disfrazar lo que realmente es una precampaña política de aspirantes a ser candidatos, violando la ley electoral, está funcionando perfectamente, por lo menos en el imaginario colectivo, ya que incluso muchos ciudadanos que desconocen los tiempos electorales y la legislación, piensan que será en septiembre cuando se conozca al ganador o ganadora de la encuesta, tendremos ya al próximo Presidente o Presidenta de la República, quien de acuerdo a lo declarado por AMLO ya le pasará la estafeta para que lleve a cabo la continuidad de la cuarta transformación; es decir virtualmente al margen de lo que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes electorales, los mexicanos ya tendremos a quién nos gobernará los próximos seis años y seguramente de ahí se definirán las candidaturas a las nueve gubernaturas que se jugarán en 2024 y los candidatos del partido para las diputaciones federales y senadores al Congreso de la Unión.
Aquí lo interesante es también dar seguimiento a los discursos y promesas que harán cada uno de los aspirantes a la candidatura, que tienen prohibido criticar los programas del Presidente y los actos de su gobierno, lo que significa que por una parte su labor será convencer a los militantes de Morena que deben apoyar para que se logre la continuidad, lo que será muy fácil ya que cualquiera de ellos ha sido beneficiado o seguirá siendo beneficiado con los programas del Presidente.
De acuerdo a este formato de campaña ninguno de los aspirantes podrá convencer a los que han cuestionado el gobierno de AMLO y sus programas sociales, ya que no tienen nada que ofrecerles, sino únicamente que las cosas seguirán igual por la continuidad del gobierno, lo que de ninguna manera es atractivo para quienes no comulgan con el ideario del partido, ni se sienten beneficiados con este gobierno.
Al no poder prometer cambios ni cuestionar los problemas que vive el país, en materias como la seguridad, corrupción, impunidad, violencia, narcotráfico, salud, educación, desempleo, inflación, homicidios, desapariciones, migración, el campo, entre otros, se quedarán cortos con sus propuestas y la posibilidad de captar el voto de quienes simpatizar con los partidos de la Alianza Opositora y de quienes no están con ningún partido político.
Ante la magnitud de los problemas y la falta de propuestas de soluciones en el corto y mediano plazo, la oferta de los aspirantes a la candidatura a la Presidencia de la República por Morena es inexistente y se ve difícil que logren sumar más adeptos a su causa y que les den su voto, no sólo en la encuesta, sino en la misma elección presidencial.
Si la apuesta es por la continuidad, bajo el argumento del Presidente de que el país va bien y de que él tiene otros datos. La realidad que vivimos los mexicanos desafortunadamente es muy distinta y millones de ellos demostrarán en las urnas votando, si lo que merecemos como sociedad, es más de lo mismo, o que es el momento de romper la continuidad y de enderezar el rumbo por el futuro de las siguientes generaciones de mexicanos, algo que debe quedar muy claro es que: el pueblo bueno es sabio, y cuando se equivoca sabe rectificar.