Pocas veces en la historia de México se ha visto a una candidata tan limitada como Delfina Gómez.
Cuánto trabajo le cuesta hilar dos frases sin tartamudear. En los dos debates, hasta las réplicas las tuvo que leer.
En su paso por la Administración Federal, como Secretaria de Educación Pública, no dio resultados. Ahí se dejaron de ejercer 25 mil millones y desmanteló programas que atendían el rezago educativo en el país.
Desde que fue alcaldesa “retuvo” parte de su salario a trabajadores para entregarlo a Morena. El propio Tribunal Electoral los multó por 4.5 millones de pesos.
Además, se otorgó una gratificación extraordinaria de más de 217 mil pesos y un finiquito laboral de 220 mil 191 pesos por su gestión en Texcoco.
Sin un solo logro que presumir más que su cercanía con el presidente durante más de 10 años, se perfila para ser la ganadora en el Estado de México.
Delfina representa lo peor de la política mexicana, la ignorancia promovida por el populismo. La maestra cumple con el requisito más importante que López obrador exige para estar en su círculo cercano: lealtad.
Las y los leales ganan en las encuestas que carecen de todo rigor de transparencia.
Todos sabemos que Delfina es corrupta y limitada, pero en México hasta ella puede ser gobernadora.