Un equipo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizaron un análisis en los costos de los alimentos de niños y adolescentes, y llegaron a la conclusión de que comer mal cuesta casi lo mismo que comer bien.
El grupo compuesto por Patricia Clark, Carlos F. Mendoza-Gutiérrez, Diana Montiel-Ojeda, Edgar Denova-Gutiérrez, Desirée López-González, Laura Moreno- Altamirano y Alfonso Reyes, partieron del hecho de que, el no alimentarse de comida saludable, es un factor que determina que se padezcan varios problemas de salud.
De acuerdo con la jefa de la Unidad de Epidemiología Clínica del Hospital Infantil de México Federico Gómez-Facultad de Medicina UNAM, Patricia Clark, la comida de los mexicanos ha cambiado mucho, en comparación a lo que se comía en la casa de las abuelitas, cuando se encontraban guisados con verdura, arroz, quesadillas, etc.
El cambio de alimentación de los mexicanos, se dio a partir de los sistemas de producción, el ingreso de productos de otras culturas y la mercadotecnia que hace que este tipo de productos estén a mayor disponibilidad.
La investigación concluyó que la comida de los niños, niñas y adolescentes en la Ciudad de México y la Zona Metropolitana, no presenta diferencias de costos entre los saludables y los no saludables. Por lo tanto, es un mito que las dietas saludables son más caras.
Se analizaron los contenidos de las dietas, y los especialistas determinaron 3 patrones: saludable, de transición y no saludable. Se tomaron los costos de alimentos en mercados, supermercados y tiendas de conveniencia.
El estudio encontró que, por ejemplo, un kilo de plátano cuesta en promedio 20 pesos, y un paquete de pastelitos cuesta cerca de 55 pesos. El agua simple se vende con un costo de 12 pesos promedio el litro, mientras los jugos envasados también están en un promedio de 13 pesos el litro.
Un kilo de carne de cerdo tiene un costo promedio de 80 pesos el kilo, mientras un kilo de frituras está en 115 pesos el kilo.
Una de las conclusiones, es que la diferencia de precios de los tres patrones de dieta, no fue significativa.
En cambio, la comida no saludable tiene un ligero incremento en su precio promedio, mientras en la saludable no hay variación.
La principal diferencia entre los patrones dietéticos es la frecuencia de consumo de cada alimento”, señala Gaceta UNAM.
Los especialistas concluyeron que la comida saludable proporciona al cuerpo lo que necesita para el buen funcionamiento, conservar la salud y minimizar el riesgo de otras enfermedades.
La comida no saludable son alimentos procesados o ultraprocesados, hipercalóricos, tienen mucha sal o azúcar, harinas refinadas y altos contenidos de grasas trans.
Los investigadores concluyen que es necesaria la educación para aprender a comer bien. Como por ejemplo, que en las escuelas se enseñaran matemáticas, basados en las calorías que debemos consumir.
Además, es necesaria la difusión de la variedad de alimentos que hay en el país, y a cuáles tenemos más fácil acceso, que incluso, otros países.
La mejor opción es rescatar la manera en cómo nos alimentábamos hace medio siglo, resalta el estudio.