En medio de la turbulencia con Estados Unidos por el tráfico de fentanilo y la inseguridad, el presidente Andrés Manuel López Obrador repite una estrategia que ha sido una constante en su gobierno: repartir culpas y desacreditar temas.
Por ejemplo, apenas ayer calificó como un “bodrio” el Informe Anual de Derechos Humanos que elaboró el Departamento de Estado de Estados Unidos, en el que, entre otros temas, se acusó al Presidente de “desacreditar” a periodistas y organizaciones de la sociedad civil en sus conferencias de prensa diarias, además de señalar que elementos de las Fuerzas Armadas han incurrido en homicidios ilegítimos, desapariciones y tortura.
En conferencia de prensa desde Palacio Nacional, el jefe del Ejecutivo minimizó el documento revelado el lunes pasado, el cual aseguró que fue realizado por un “departamentito“ del Departamento de Estado, encargado de analizar la situación en México y en América Latina.
“Estuvo de visita el secretario Kerry, una persona de primera, estuvieron hace poco legisladores republicanos y demócratas, también muy respetuosos de la soberanía de México, sin embargo en el Departamento de Estado no cambian es una política añeja, anacrónica, de querer meterse en la vida pública de otros países, ¿con qué derecho?”, dijo.
Repartir culpas y desacreditar temas sobre los vacíos que hay en el gobierno en materia de seguridad, economía y corrupción es más redituable para el mandatario que aceptar un fracaso o error.
Gustavo López Montiel, doctor en Ciencia Política por The New School for Social Research (New York) indicó que el jefe del Ejecutivo busca ser recordado como un Presidente con alta aprobación y así pasar a la historia del país, por ello evita aceptar los fracasos de su administración.
“No asume esa responsabilidad de los temas de seguridad, no asume la responsabilidad en los temas de competitividad, no asume muchas responsabilidades en el contexto de Presidente, pero si asume la idea del poder presidencial, entonces el argumento de que nos dieron el país muy mal y él en campaña dijo que podía arreglarlo es contradictorio”, dijo.
“Ante los resultados escasos que tienen las políticas que ha planteado, no hay al final de cuentas una integración de esfuerzos de las distintas dependencias, a él le interesan las políticas de configuración de clientelas políticas, sus temas más simbólicos han sido Jóvenes Construyendo el Futuro, y adultos mayores, que son los clientelas más grandes”, agregó.
Mientras que Rodrigo Castro Cornejo, profesor investigador del CIDE, explicó que la estrategia de culpar a los gobiernos anteriores sobre las problemáticas del país es una estrategia que no solamente aplica el presidente López Obrador, sino también expresidentes de otros países.
“Si yo no tengo los resultados en esas áreas de política pública, pues sigo activando ese enojo en contra del PRIAN, en este caso de la élite corrupta ,del establishment anterior, un poco para generar una afectividad a favor de mi gobierno”, dijo.
“Entonces los símbolos para López Obrador son muy importantes y si no puedes de repente presumir de éxitos en política pública, lo que sí puedes hacer es activar esas emociones, ese enojo en contra de los gobiernos anteriores, un poco para justificar mi apoyo yo como votante, yo como opinión pública, seguir apoyando este gobierno porque no quiero que regresen los otros, entonces tiene que ver más con una afectividad, con una activación de emociones, y no tanto con una evaluación de políticas públicas”, agregó.
En ese sentido el especialista señaló que aceptar un fracaso en política pública, no seria muy redituable para la aprobación presidencial o para la evaluación de este gobierno, por ello el jefe del ejecutivo, lo que hace es cambiar los términos de la conversación política, no enfocarse en sus fracasos, o áreas de política pública donde no ha habido el éxito suficiente.
Castro Cornejo puntualizó que, por ello, en las mañaneras no se habla de política pública y se habla de los simbolismos del “PRIAN”, de la élite corrupta, de los corruptos de antes, de la mafia del poder, de García luna.
¿Y el fentanilo?
Por otra parte, pese a señalamientos de la DEA de que México no actúa con fuerza contra el tráfico de fentanilo, el presidente Andrés Manuel López Obrador negó de nuevo que en México se fabrique el opioide.
En febrero, la agencia antidrogas estadounidense (DEA) exhortó a México a “hacer más” contra los cárteles que controlan el tráfico de fentanilo, un opioide sintético que ha causado decenas de miles de muertos en Estados Unidos.
Ayer desde el Salón Tesorería el jefe del Ejecutivo indicó que no se debe creer que los migrantes llevan fentanilo o que en México se produce el opioide, pues aseguró que el fentanilo llega de Asia.
“Por qué creer eso de que los migrantes llevan fentanilo o, que aquí se fabrica el fentanilo o, que todo el fentanilo que se consume en Estados Unidos llega de México, cuando llega fentanilo de Asia a Canadá y a EU”, expresó.
“O que son los carteles de México los que introducen y distribuyen el fentanilo, está demostrado que 80, 85% de los detenidos por el delito de fentanilo en Estados Unidos son estadounidenses”, resaltó.
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