Ningún político en la historia de este país ha tenido la habilidad de Andrés Manuel López Obrador para manejar la agenda mediática.
Entre chistes, frases, malas bromas y comentarios sin sentido ha logrado llevar la conversación a donde quiere. Lo hizo como jefe de gobierno; lo hace como presidente de la República.
Que hace unos días Marcelo Ebrard se haya pronunciado contra las prácticas corruptas de Morena no es casualidad.
Aunque es el más preparado de las corcholatas, no tiene la confianza del presidente. Lo sabe.
Llegará a la recta final, pero no será.
Las sospechas del montaje de los morenistas iniciaron cuando 80 diputados se pronunciaron en contra del acarreo de la puntera, Claudia Sheinbaum.
¿Desde cuándo las y los diputados de Morena se atreven a criticar alguna decisión de López Obrador?
¿Desde cuándo Marcelo tiene su bancada?
Xóchitl Gálvez vino a cambiar todos los planes de la Cuatroté.
El plan de AMLO es mandar a Marcelo Ebrard a Movimiento Ciudadano para dividir el voto de la oposición, así la competencia sería entre tres: Morena, MC y el Frente Amplio por México.
Así, el voto anti López Obrador se dividirá entre los naranjas y el Frente.
Dante Delgado y Movimiento Ciudadano sólo quieren dinero. Saben que Ebrard solo no gana, pero sí les conseguiría los votos suficientes para seguir gozando del gran negocio que es tener un partido político.
El plan de Andrés Manuel se resumen así: Marcelo irá a MC para dividir el voto de la clase media y facilitar el triunfo de Claudia Sheinbaum. Gana Morena y Movimiento Ciudadano aumenta sus posiciones en el Congreso.
Todos ganan, menos los mexicanos.