Casi un mes más tarde, lo que comenzó como murmullos tras un pésimo primer debate por parte del presidente Joe Biden, se convirtió en realidad esta tarde: el mandatario no será el candidato demócrata para la Casa Blanca y el partido deberá encontrar a la persona ideal que enfrente a un fortalecido Donald Trump en la elección del 5 de noviembre.
Hasta ahora, los jerarcas del partido han arropado a Kamala Harris como la potencial sucesora oficial en la nominación, aunque queda camino por delante, como esperar la reacción de otros potenciales candidatos.
El camino a este momento histórico, en el que un presidente en turno decline competir en una elección para mantenerse cuatro años más en el cargo, no ocurría desde que en 1968 Lyndon Johnson declinó competir en medio de la convulsión de movimientos sociales por los derechos civiles en su país y las protestas por la guerra de Vietnam.
Sin oposición ni exposición
Como presidente en turno, Joe Biden no tuvo que hacer campaña para ganar la nominación de su partido. Esto evitó que tuviera que acudir a los votantes, sostener debates y realizar entrevistas de manera frecuente.
Algunos analistas y estrategas demócratas consideran que con ello no hubo oportunidad de ver el estado de oxidación política del presidente, quien además ha sido uno de los que menos exposición ha tenido con medios de comunicación en la historia reciente del país.
A lo largo de sus tres años y medio en el cargo, Biden ha celebrado menos conferencias de prensa y entrevistas combinadas que otros presidentes desde Ronald Reagan en la década de 1980 en el mismo momento de su presidencia, según datos de la académica presidencial Martha Joynt Kumar.
Ha celebrado un promedio de 10.5 ruedas de prensa al año, frente a las 22 anuales de Trump y las 35.5 de George H. W. Bush, según un análisis de la Universidad de California en Santa Bárbara. Reagan tuvo menos, con 5.8 al año.
Biden respondió a más preguntas que Bill Clinton o Barack Obama, pero menos que George H.W. Bush y George W. Bush, y muchas menos que Trump.
Solo un puñado de personas conocían del estado mental y físico real de Biden, quien de cara al primer debate presidencial se refugió una semana en Campo David, la residencia de descanso de los mandatario estadounidenses, para intentar ponerse ‘en forma’ previo a su encuentro con Trump.
Con información de expansion.mx