Antes de ganarse el apodo “La Nueva Reina del Cártel de Sinaloa”, Adriana Meza —señalada por el gobierno mexicano como novia o esposa de Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán,— fue la hija de un empobrecido campesino que nació en un punto perdido en el mapa de México conocido como Mesa del Rodeo.
Ese paraje abandonado en Tamazula, Durango, actualmente tiene sólo 177 habitantes y, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, cada uno ya vive en casas con drenaje y luz eléctrica. Ese logro fue alcanzado gracias al dinero de los migrantes en Estados Unidos y de narcotraficantes del siglo pasado, como Raúl Meza Ontiveros, papá de Adriana Meza, quien aprovechó que la vida lo parió en 1966 en la región conocida como “El Triángulo Dorado” para aprender a traficar marihuana de la mano del Cártel de Sinaloa.
Cuando ella nació en 1994, su padre escalaba posiciones en el cártel: trabajaba para un lugarteniente del Mayo Zambada conocido como El JT o Javier Félix Torres, quien lo enviaba por carretera de ciudad en ciudad a recoger paquetes con droga. Un recolector que, comparado con los reyes del narcotráfico como El Chapo o El Güero Palma, tenía rango de plebeyo y, por herencia, también su hija.
El ascenso de Raúl Meza comenzó, paradójicamente, con su caída: en 1997 fue detenido en Cancún con 348 kilos de cocaína y el cártel dejó que un juez lo sentenciara a 10 años de prisión. Pero Adriana Meza no pasaría mucho tiempo sin su padre, pues menos de un año después, en 1998, fue liberado por supuestas inconsistencias en el expediente. En Durango dicen que, en realidad, El Mayo operó su excarcelación a falta de liderazgos confiables en su grupo criminal.
Al crecer en jerarquía, Raúl Meza obtuvo un alias, El M6, que lo hizo protagonista de distintos corridos, como el de Los Canelos de Durango, que cuentan que su riqueza creció cuando El JT fue detenido y él se volvió mano derecha del Mayo Zambada hasta su muerte en Culiacán, la ciudad que había elegido como residencia y donde gastaba miles de pesos en cuentas de restaurantes que le recordaban lo lejos que había dejado el hambre de Mesa del Rodeo.
Para entonces, la familia del M6 ya formaba parte de la nobleza del Cártel de Sinaloa. Su dinero, su cercanía con El Rey y El Mayo Zambada, así como su facilidad para hacer relaciones públicas, convirtieron al clan Meza en una rama del árbol genealógico político del entonces cártel más poderoso del país. Si El M6 tenía abolengo, por herencia, también lo tenía su hija.
En el mundo del narcotráfico, las bodas no son sólo promesas eternas de amor, sino lazos de sangre que se estrechan con otras familias para fortalecer los negocios sucios. El Mencho, por ejemplo, es líder del Cártel Jalisco Nueva Generación gracias a su estratégico casamiento con Rosalinda González Valencia, hermana de los fundadores del multimillonario cártel Los Cuinis, quienes expandieron el imperio de Nemesio Oseguera Cervantes más allá de las fronteras mexicanas.
Así que, asentada en Culiacán y con un linaje que preservar y consolidar, Adriana Meza orbitó hasta los brazos de un joven atractivo, poderoso y que también tenía un padre campesino que escapó de la pobreza en “El Triángulo Dorado”: un tal Ovidio Guzmán, apodado El Ratón, entonces poco conocido en México, pero famoso en la capital sinaloense por ser el hijo menor de Joaquín Guzmán Loera.
Un par de fotografías muestran el antes y después de Adriana Meza: su pasado está retratado en una vieja imagen con su padre sobre un camino de tierra y ella luce una cabellera negra, lacia, que cae despeinada sobre una blusa sencilla; mientras que su presente de alcurnia es el de una mujer cuyas facciones ahora lucen afiladas, maquillaje profesional, caireles con luces rubias, ropa de diseñador y joyas lustrosas.
Los detalles de su noviazgo son pinceladas de rumores y ficciones. Los perfiles en Instagram de miembros de La Chapizza —los “fans” de Los Chapitos— o en TikTok que usan el hashtag #Farandula.cln.mx (Farádula Culiacán) cuentan que se conocieron en una fiesta en la capital sinaloense o que se vieron por primera vez en el funeral del M6 o que estudiaron juntos, pero en distintos grados, en una escuela que no pueden precisar. Unos dicen que ella lo conquistó a él, mientras que otros aseguran que El Ratón cortejó a La Miniseis desde la secundaria.
La propia Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda tampoco parece tener claro el momento del romance, pero sí que Adriana Meza es la pareja estable de Ovidio Guzmán desde hace más de una década: tras el último escape del Chapo de una prisión de máxima seguridad en julio de 2015, el gobierno federal ordenó congelar las cuentas de todas las mujeres cercanas a él, entre ellas, su nuera.