De nada le sirven las dos maestrías —aunque sólo hay registro de una— a la subsecretaria de Educación Superior en Puebla, Gabriela Hernández Juárez, cuando de respeto se trata.
Desde su llegada en noviembre pasado, se cuentan por decenas las quejas de académicos, supervisores y directores de Instituciones poblanas contra la funcionaria. Los malos tratos, groserías y afrentas son cotidianas.
Queda claro: estudiar en Madrid no es garantía de educación.
¿En qué estaba pensando el encargado de despacho, José Luis Sorcia Ramírez, cuando la nombró? En esa posición, el diálogo libre e intercambio de ideas son clave para que los asuntos que involucran a miles de jóvenes caminen de la mejor forma.
¿No puede o no quiere?
La plataforma de titulación tiene miles de trámites pendientes porque no permite subir la documentación completa, por lo que no libera los grados académicos de los alumnos poblanos.
Jóvenes de todo el país terminaron sus estudios en Puebla, pero no pueden obtener su título universitario.
¡De locura!
Hay que sumarle a la lista de fallas, la firma y entrega de Reconocimientos de validez Oficial de Estudios (RVOES) pendientes que ya cuentan con el pago de derecho de incoporación y la actualización de los REVOEs del área de la salud.
Imposible sin diálogo.
Imposible con los modos de la subsecretaria.
Poco abona a la política de apertura del gobernador Sergio Salomón las y los funcionarios con estas actitudes, que ya vimos antes en figuras del morenovallismo.
Y así terminaron.