Además de la actual tesorera de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Norma Pimentel, incondicional de Alfonso Esparza, hay otros perfiles que siguen limpiando y operando en la BUAP.
La gestión de Esparza Ortiz será recordada por los escandalosos desvíos de recursos, casos de acoso y abuso sexual —entre el 2015 y 2020, se abrieron 147 carpetas de investigación— y la millonaria vida que llevaban sus hijos, Adad y Luz Andrea.
Es increíble cómo le cambia la vida a las familias —incluidas las novias— de los rectores en turno. Para bien y para mal.
La hija del exrector fue denunciada en 2020 por a Secretaría de Planeación y Finanzas ante la Fiscalía por los delitos de peculado y operaciones simuladas, tráfico de influencias, incumplimiento de un deber legal y abuso de autoridad.
De 2012 a 2017, la Institución envió más de 470 millones de pesos a la asociación civil Lobos BUAP para que el equipo de Luza —como conocían a Luz Andrea Esparza— funcionara en Primera División.
En igual forma, la Auditoria Superior del Estado detectó lavado de dinero en la taquilla de Lobos durante los años que jugó en la Liga MX. Es justo en este punto cuando aparece la Dirección de Cultura Física, reestructurada este año para convertirse en Dirección de Deporte y Cultura Física.
Esta Dirección administra el estadio, vestidores y taquillas del Estadio Universitario, donde Edwins García Hernández, actual directora de Comunicación Institucional de la BUAP, era subdirectora.
Con estas dos posiciones clave —Norma Pimentel y Edwins García— del rector Esparza en la BUAP, se confirma el pacto en lo más alto del poder institucional: no encubrir, pero tampoco exhibir las irregularidades pasadas.
La complicidad con las anteriores autoridades universitarias es más que obvia.
Escondido y gozando de sus millones, Alfonso Esparza sigue jugando y moviendo sus piezas.