Nada más miserable y cobarde que llamar “puta” a una mujer desde el anonimato.
Debería existir ya una ley que prohiba insultar o faltarle respeto a las autoridades y figuras públicas.
¿Con qué derecho alguien puede nombrar “putona” a una mujer y caminar impune por las calles?
¿Habría que permitir a todo el mundo expresar lo que quiera cuando quiera? Yo creo que no y más cuando ya se les hizo costumbre, ante la falta de argumentos, hacer tendencia hashtags como #LasPutonasDelBienestar
La libertad de expresión deja de ser un derecho cuando daña a alguien. Ya tendría que ser ilegal el acoso persistente en las diferentes redes sociales.
Y sí, la capacidad para decir lo que se piensa es la más fundamental de las libertades, pero hay que hacerlo con responsabilidad.
El reto hoy reside en que las redes sociales establezcan mejores políticas de moderación de contenido, aunque, al final, se trata de un ejercicio de autorregulación.
Sin excesos.
Sin abusos.
Sin impunidad.
Sexualizar a una mujer jamás va a ser la vía para debatir.
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Para mentadas, denuncias y amenazas: 2221.60.17.54