Con la entrega oficial de la Declaratoria del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como Presidenta Electa de los Estados Unidos Mexicanos, llevada a cabo el 16 de agosto, se da por concluido la elección presidencial, por lo que a partir del 1 de octubre, Claudia Sheinbaum tomará posesión del cargo, como la primera mujer en la historia de México, que alcanza dicha posición.
En su discurso pronunciado minutos después de recibir la Declaratoria, la presidenta electa, mandó varias señales, bosquejando lo que será su gobierno, reafirmando la continuidad del movimiento de la cuarta transformación de la vida pública del país, que inició el presidente López Obrador en 2018 y por la que votaron más de 59 millones de mexicanos el pasado 2 de junio.
Llama la atención el hecho de que se pronunció por gobernar para todos los mexicanos, no sólo para aquellos que le dieron su voto, sino también para aquellos que no lo hicieron; con lo que al menos en este primer discurso dejó entrever que, a diferencia de López Obrador, su gobierno tratará de ser incluyente y de no polarizar a los grupos, mediante un discurso de polarización y odio, en el que nos hemos visto inmersos los mexicanos desde hace casi seis años.
Sheinbaum, destacó el hecho de fortalecer la democracia y el Estado de derecho, así como a las instituciones del país, lo que significa que a diferencia de AMLO, está consciente de la importancia que tiene para la vida pública que la primera mandataria de la nación, ponga el ejemplo y no sólo respete la ley, sino también busque que la misma se aplique, respetando los derechos humanos de los ciudadanos.
En una parte de su discurso, se pronunció por que Morena reforme sus estatutos, para separar las funciones del partido de las de gobierno, lo que marca en sí, una diferencia radical de lo que ha sido el gobierno de López Obrador, que en su gobierno ha actuado como Presidente de la República y como jefe de partido, utilizando los recursos del Estado a su alcance, para fortalecer a su militancia y controlar los procesos electorales, sin definir en qué momento actúo como jefe del Ejecutivo y en cuales como líder de Morena.
Sin duda alguna, esta parte de su discurso dará mucho de qué hablar en los meses siguientes, ya que dejó en claro que se abocará a gobernar para todos los mexicanos y no a seguir el ejemplo de su antecesor de dividir al país e interferir en las actividades partidistas.
La reivindicación de la lucha de las mujeres y el hecho de reconocer que, gracias a ellas, en México tenemos a la primera presidenta, es alentador y seguramente se reflejará en las acciones de su gobierno para combatir los feminicidios, la violencia en contra de las mujeres, las desapariciones y la trata de personas, que en este sexenio han subido a cifras alarmantes.
Considero que a unos días de que asuma el cargo, Sheinbaum empieza a definir su propio perfil como la nueva presidenta y que aún siendo cuidadosa de las formas y tiempos para no confrontarse con López Obrador, comienza a mandar el mensaje, de que lejos de romper con él, será ella quién defina el rumbo del país en su sexenio y con su equipo y estrategias, deberá enfrentar y resolver los graves problemas que más preocupan a los mexicanos, como son la corrupción, impunidad, violencia, narcotráfico, inseguridad, migración, homicidios dolosos, desapariciones, salud, educación y sobre todo combatir el cambio climático y la falta de agua que es creciente en varios estados del país.
Por ahora, deberá atender el conflicto nacional e internacional que se vislumbra con la virtual aprobación de la reforma al Poder Judicial de cuyo resultado pende la fuga de capitales e inversiones del país y que amenaza con convertirse en un serio problema con los gobiernos de Estados Unidos y Canadá en la revisión del T-MEC el próximo año.
Mi deseo es que a la presidenta le vaya bien, para que el país viva una etapa de prosperidad y desarrollo para bien de las futuras generaciones.