Es natural que muchos de los políticos actuales de todo el país, hayan militado en algún momento en el PRI. Fue uno de los partidos más poderosos y tiene más de 75 años de historia. Hoy escribo sobre los que abandonan el PRI.
Lo hago a propósito de la reciente renuncia de Alberto Jiménez Merino. ¿Por qué se van?
Algunos acusan que no han sido tomados en cuenta. Se dicen víctimas de “decisiones cupulares”.
Más o menos en ese sentido va la salida de Jiménez Merino. O su argumento, “el PRI ya no me necesita”.
La verdad es que muchos, menos él, pueden argumentar falta de apoyo del partido.
¡Fue candidato a gobernador!
Le han dado cuotas a él y a sus cercanos, ha sido diputado federal, secretario, delegado… etcétera.
Este es el mensaje con el que Jiménez Merino se despidió de los priistas dentro de un grupo de WhatsApp.
En entrevista no me quiso decir las razones de su renuncia. “Ellos sabrán”, fue lo que me contestó.
Sin embargo, algunos dicen que pronto aparecerá en el proyecto de Nacho Mier, el diputado federal de Morena.
Según Néstor Camarillo, dirigente del partido, lo convenció Paco Ramos de sumarse al proyecto del morenista.
Con Mier está el exalcalde Enrique Doger; Juan Pablo Piña, quien renunció al tricolor en el 2014; el propio Paco Ramos quien en su momento fue priista y marinista.
¿Debilitan al PRI?
Dicen que uno es ninguno, pero en términos de percepción, la salida de militantes conocidos sí le afecta el partidazo.
Sobre todo, para la negociación de posiciones en el 2024.
Más tardó Camarillo en salir a anunciar la renuncia de Merino, quien ya se había ido dos meses atrás, que Eduardo Alcántara en burlarse de lo que les está pasando.
El coordinador de la bancada del PAN dijo que con lo que le está pasando al tricolor, difícilmente pueden pedir que les toque la capital en el proceso electoral del 2024.
Si es que se consuma la alianza…