Adán Domínguez anda molesto.
Ya le confesó a su equipo de comunicación que no le gusta que lo llamen presidente “sustituto”. De hecho, desde que le heredaron el puesto, prohibió que en boletines, mensajes internos, comunicados y correos electrónicos algún burócrata lo llame así.
Algo es cierto: no es su culpa que su mejor amigo lo haya puesto en el cargo sin ningún mérito.
En los últimos años, los panistas han privilegiado la lealtad por encima del talento. Es el sello de la casa en las dos administraciones municipales de Eduardo Rivera.
Que Adán sea el alcalde sustituto lo vuelve a confirmar.
Lo rebasaron la inseguridad, los ambulantes, las obras a medias, los proyectos, los table dance clandestinos y la corrupción. Las y los poblanos ni se han enterado que está como encargado de la ciudad. Saben que no hay rumbo, pero no quién es el culpable.
Además de enojado, se muestra preocupado. Y tiene que estarlo.
Lo que se viene para él y su pandilla. ¡Uffff!
Aquí la medición de RUBRUM que lo pone entre los 5 peores alcaldes de México. Y le fue bien.