Se trata de una residencia localizada en la colonia Xilotzingo, al sur de la capital poblana, ubicada entre diversos fraccionamientos de alta plusvalía.
Desde el exterior, únicamente se puede escuchar el ladrar de un par de perros, ya que una espesa enredadera imposibilita observar el interior del domicilio.
Pese al polarizado de los vidrios de la caseta de vigilancia, la luz de una pantalla de computadora delata la presencia del personal de seguridad.
Este residencial es propiedad de Mario Marín desde que fue presidente municipal de Puebla, es decir, entre 1999 y 2002.