“El pasado viernes, de común acuerdo y por así convenir a mis intereses, decidí cerrar una página muy importante en mi vida”, publicó Ricardo Morales el pasado lunes 5 de febrero.
Después de 14 años al aire, se fue por la puerta trasera.
De un día para otro. Igual que como entró al noticiero matutino de la 1010 de AM.
A los periodistas poblanos les gusta engañar a su audiencia. Es difícil hablar de la verdad cuando se trata de uno mismo.
No había nuevo proyecto.
Lo corrieron.
Con decenas de errores de redacción y ortografía, el autor de Serpientes y Escaleras describió a Primera Plana —su nuevo portal— como un sueño. Un sueño que lo obligaron a cumplir, le faltó.
Mal inicio. En sus primeros textos, trató de quitarle la chamba al estratega Memo Quintana para poner a su ex jefe, Marcelo García Almaguer, al que comparó con el mismísimo Kylian Mbappé.
Y se vale, en el corazón no se manda.
De hecho, el ex director de la Agenda Digital con Moreno Valle operó para que Morales Sánchez llegara a la conducción del noticiero matutino de la Ke Buena.
Él lo puso, pues.
Pocos periodistas y reporteros se atreven a reconocer que son despedidos por presiones o acuerdos de sus jefes.
Bien haría Ricardo en decir la verdad de su salida.
Para algunos, es difícil ser solidario y leal conamigos cuando el maldito dinero está de por medio.
Por fortuna, no todos estamos hechos de la misma madera.
Al final de Las Serpientes, Ricardo termina con una frase: abierto a la crítica y que venga lo mejor.
Servido.