No nos engañemos: ni Eduardo Rivera ni Alejandro Armenta necesitan a los medios de comunicación poblanos para ganar.
Según Digital News Reports, el 50% de las personas confiaban en las noticias en 2019; para 2020 solamente el 39%. Oxford y Reuters atribuyen este bajo nivel de confianza a la polarización del gobierno de López Obrador.
En México ha cambiado la forma de consumir noticias, resultado de las plataformas digitales, las redes sociales y los teléfonos inteligentes.
Los medios de comunicación tradicionalmente fuertes de México siguen siendo los que generalmente elige el público en línea. Los del Círculo Rojo, por llamar de alguna forma a los portales que sólo leen políticos y periodistas, son para enviar mensajes y tomar decisiones, nada más.
Cuando Rafael Moreno Valle ganó la gubernatura en 2010, se enfrentó a la maquinaria mediática marinista que era aceitada con convenios multimillonarios.
Un día y al otro también, el panista era atacado en periódicos, portales, programas de radio y televisión. Pocos, poquísimos periodistas dieron espacio a Moreno Valle, aunque después se le olvidó.
Para entender el tamaño de los compromisos y cómo Javier López Zavala no tenía aliados sino empleados, basta leer a Ricardo Morales que en un arrebato de sinceridad narró —con más de 100 errores de ortografía y redacción— cómo vivió el día de la elección junto al candidato:
Llegue a mi casa alrededor de las 3 de la mañana del día lunes 5 de julio del 2010. Mis pequeños hijos dormían en sus camas, alcance a escuchar sus respiraciones. Mi esposa Claudia me esperaba despierta, como siempre lo hace.
No pude más, como si fuera un niño, me acosté en su regazo y comencé nuevamente a llorar, mientras ella sobaba mi cabeza y mi cabello.
Sí, un periodista lloró porque perdió un político. Su político.
Sólo en México.
Después vinieron las humillaciones de otros periodistas para lograr el perdón del nuevo gobernador.
Desde soportar gritos y groserías, hasta volverse mesero de los morenovallistas.
Es conocido que él y su grupo se referían a los comunicadores como “perros”.
Ya les platiqué cómo Juan Carlos Valerio y Carlos Martín Huerta le pidieron perdón con la cabeza agachada.
Durante su sexenio y después de éste, Rafael Moreno Valle destinó más de mil millones de pesos para promover su imagen.
Su medio favorito siempre fue la televisión: 44.5% de los recursos destinados a publicidad se dieron a las televisoras.
En el proceso de la transición no se cansó de repetirlo a los suyos: llegué a la gubernatura sin los medios, puedo gobernar sin los medios.
Hoy se repite la historia. Alejandro Armenta y Eduardo Rivera pueden ganar sin los periódicos, programas, tuiteros y periodistas que creen que son el cuarto poder.
No nos equivoquemos.