La madre naturaleza siempre muestra su poderío y nos hace ver minúsculos ante las catástrofes como terremotos, incendios, inundaciones, huracanes, tornados, maremotos, avalanchas, erupciones volcánicas, tsunamis, etc. Nadie desea que un pueblo pase por estas tribulaciones, pero sinceramente, espero no se haya utilizado el Haarp para los terremotos ocurridos en Turquía y Siria.
Los sismos de magnitud de 7.8 y 7.5 ocurridos la madrugada del lunes pasado que sacudieron a Turquía y Siria, ha dejado la devastadora cifra de más de 19,000 víctimas mortales. Solo en Turquía fallecieron al menos 16.170 personas, según las últimas cifras, que dio a conocer este jueves el presidente Erdogan. En Siria se han reportado 3.162 muertes.
Varios países del mundo se han solidarizado ante esta grave situación enviando ayuda humanitaria y equipos de rescate para unirse a grupos de búsqueda en la zona devastada y México no fue la excepción. El grupo está conformado por 93 integrantes de la Secretaría de la Defensa Nacional, 37 miembros de la Secretaría de Marina, 15 elementos de la Cruz Roja y 5 funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Además, dentro de la brigada mexicana, se incluyeron también a 16 perros rescatistas, conocidos en nuestro país por ayudar a encontrar personas entre los escombros. En Adana, la ciudad más cercana a la zona con más daños por los sismos donde los mexicanos pudieron aterrizar, fueron recibidos por el embajador de México en Turquía, José Luis Martínez.
Evidentemente, esta tradición de solidaridad trasciende nuestras fronteras, después que en México se sufrieron graves consecuencias de los movimientos sísmicos tanto en 1985 como en 2017. Además de Frida, los Topos de México son también conocidos por su ayuda en las tareas de rescate. El grupo ofreció voluntarios que incluso ya partieron hacia Turquía y a esta fecha han rescatado ya varias víctimas que estaban atrapadas entre los escombros de los edificios derrumbados.
Cabe resaltar que Turquía fue uno de los países que envió ayuda a México después del trágico terremoto de 1985, por lo que es loable la ayuda que el gobierno mexicano ha enviado a estos países para tratar de salvar vidas.
No obstante, lo anterior, lo que resulta evidente es que ningún país tiene la capacidad de responder a un desastre mayorcomo el de ahora por sí solo. Los especialistas, como Fernando Álvarez de la Brigada de Rescate Topos Tlaltelolco ya señalada, comenta que se requiere ayuda especializada por 10 a 15 días para ubicar y sacar a la mayor cantidad de sobrevivientes. Además, que un grupo de cien especialistas solo puede atender entre 3 a 4 colapsadas. En los primeros minutos y las primeras horas, después del siniestro, se rescatan muchas vidas de personas atrapadas y de relativamente fácil acceso. Pero, conforme pasan las horas, se requieren labores de penetración, cortes, elevaciones y extracción mucho más complicadas, para acceder a las víctimas bajo los escombros.
Los perros nos ayudan a ubicar rápidamente el olor humano, los sistemas especializados, como el sonar, la fibra óptica o el micrófono, tienen que entrar muy puntualmente, entonces la unidad canina ayuda a detectar vida humana y después ya ingresa otro sistema o se empieza la labor de rescate.
Es momento de pensar hasta dónde en las condiciones actuales que vive México estamos realmente preparados para hacer frente a los fenómenos naturales que se presentan en diversas regiones del territorio nacional, ya que estadísticamente cada año, debido al cambio climático y a la devastación de enormes zonas, la población se ve obligada a luchar por sobrevivir y tratar de no perder su patrimonio y poder recuperar su ritmo de vida.
Desafortunadamente cuando ocurren tragedias como los terremotos, siempre es la población más vulnerable y que vive en pobreza o pobreza extrema, la que más sufre las consecuencias de dichos fenómenos naturales, por lo que difícilmente habrá recursos suficientes y hospitales para atender a tantos afectados; y si a ello agregamos que los programas de ayuda muchas veces terminan en manos de intermediarios que lucran con el dolor ajeno, la situación se torna aún más grave; por ello es necesario dar la mayor atención a los Programas de Protección Civil e implementar políticas públicas para atender los desastres que se originan por dichos fenómenos y hacer conciencia en las nuevas generaciones de tomar acciones para enfrentar el cambio climático para lograr a futuro tener un medio ambiente propicio para preservar la vida y salud de la población.