Decenas de jóvenes, universitarios y externos, se dedican a vender productos en toda Ciudad Universitaria.
Lo peor: están a la vista de las autoridades.
En un recorrido que hizo CAPITAL la semana pasada, se observó a más de 25 chicos ofreciendo toda clase de productos a alumnos: ropa, tortas, sándwiches, fruta, refrescos, pizzas, donas, tupperware, lencería, hamburguesas y hasta brownies, galletas y gomitas con marihuana.
La rebanada de pizza hawaiana está en 20 pesos; los refrescos de lata en 10 hasta 15 pesos; los brownies mágicos —con un gramo de marihuana— en 50 y 70 pesos.
Desde el 8 de febrero pasado, con un par de tuits, el usuario @lobitoBuap23 alertó a la rectora de esta problemática.
Como siempre, no obtuvo respuesta.
Lo que para muchos inició como un apoyo para sus estudios, se ha convertido en un negocio muy lucrativo ya que la BUAP tiene matriculados a más de 80 mil estudiantes.
Vale la pena señalar que la comunidad estudiantil está integrada mayoritariamente por jóvenes que a penas superan la mayoría de edad.
El programa de Becas Alimenticias que lanzó la Dr. Lilia Cedillo el año pasado se ha quedado muy corto y lejos del gusto de los universitarios. Sólo 3 mil alumnos se ven beneficiados.
Así como se pueden ver a los comerciantes con bolsas llenas de mercancía, cajas y catálogos, los negocios que sí pagan renta para instalarse en alguna isla en las diferentes facultades de la BUAP se encuentran vacíos.
Los precios que ofrecen los vendedores ambulantes son —por mucho— más accesibles.
Aunque con sus reservas, los encargados de las islas en CU mostraron su descontento por las bajas ventas de los últimos meses.
¿Algún funcionario o académico se llevará tajada?