El martes 12 de noviembre finalmente el Senado de la República decidirá en quién recaerá la designación de la próxima presidenta de la CNDH para el período 2024-2029, en un ejercicio plagado de irregularidades y desaseo político, donde Morena y sus partidos aliados, PT y PVEM, no han podido llegar a un consenso, en una designación que debió darse en la semana pasada y que por las posiciones de dos bandos de la coalición se tuvo que posponer, ya que en el centro del debate está la reelección de la actual titular Rosario Piedra Ibarra, o la llegada de una nueva presidenta, que saldrá de la terna final compuesta por la actual presidenta, por la maestra Paulina Hernández Diz, quien es Licenciada en Derecho con una maestría en Derecho Constitucional y labora actualmente en la Unidad para la Igualdad en la Universidad de Guadalajara, finalmente la actual presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, Nashieli Ramírez Hernández siendo especialista en investigación educativa y en ejercicio de la docencia por la UNAM.
Desde antes del inicio del proceso de selección convocado por el Senado de la República, Piedra Ibarra, manifestó su intención de ser reelecta por un período de cinco años más; sin embargo, la decisión que se tomó desde Palacio Nacional a los líderes del senado, es que debería entrar al proceso como cualquier candidato o candidata y buscar lograr su objetivo.
La duda para los analistas y grupos políticos, es si la designación de la titular de la CNDH, le corresponde a la actual presidenta –quien en círculos cercanos ha mostrado su simpatía por Nashieli Ramírez Hernández, a quien conoce de cerca cuando ocupó la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México – o por el contrario, se impondrá una vez más el ala dura de Morena y a pesar de los pésimos resultados de la gestión de Piedra Ibarra, será relecta, aún sin contar con los merecimientos y logros suficientes para convencer a los mexicanos, que su continuidad será en beneficio de las víctimas de violación a sus derechos humanos.
Analizando la actuación de Piedra Ibarra al frente de la CNDH, los puntos negativos resaltan y su labor al frente del organismo ha sido calificada como deficiente y más comprometida con el oficialismo, que con los grupos y organizaciones defensoras de los derechos humanos en el país.
La renuncia masiva de los dos consejos consultivos que debieron trabajar con ella, durante su gestión, son reflejo de su intolerancia y negativa a escuchar opiniones y menos aun críticas a los resultados de su labor.
Otro de los aspectos que la oposición le ha cuestionado abiertamente, fue que su llegada al cargo hace cinco años, fue mediante un fraude en el Senado, ya que de 116 votos, sólo obtuvo 76 lo que significa que no obtuvo la mayoría calificada y aún así asumió y ejercicio el cargo, calificando su designación como producto de un fraude.
Asimismo, la acusó de que en lugar de ponerse del lado de las víctimas, optó por ponerse del lado del poder y de que de 3500 quejas presentadas contra el Ejército y la Guardia Nacional, en el 99% de los casos le dio la razón al poder y no a las víctimas.
Lanzó una fuerte critica a la terna final presentada para la designación y adelantó el voto en contra por parte del bloque opositor.
Pese a lo anterior y aunque para muchos mexicanos, es claro que la reelección de Piedra Ibarra, no beneficia en forma alguna la defensa y protección de los Derechos Humanos en el país, para el oficialismo, es una candidata ideal, no sólo por los antecedentes y trayectoria heredada de su madre la activista Rosario Ibarra de Piedra, que luchó por los desaparecidos buena parte de su vida; sino también porque una ombdsperson como ella, que ha demostrado que está al servicio del gobierno en turno, es garantía de lealtad y de que la CNDH seguirá siendo un freno para que las quejas por violaciones a los derechos humanos en el país, sigan guardadas en un cajón, sin que se investigue a las autoridades denunciadas y mucho menos que se emitan recomendaciones contra ellas.
Al final está en juego la lucha de poder de dos frentes: el que sigue siendo manejado por el expresidente López Obrador, como los senadores Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña y los liderazgos que apoyan a la presidenta Claudia Sheinbaum y que suelen plegarse a las ordenes de los líderes en el Senado, esperando que los escenarios cambien y las decisiones sean acordes a los deseos de la presidenta, a quién AMLO le dejó sembrado medio gabinete y que seguramente en el caso de la CNDH seguirá moviendo los hilos para la reelección de Piedra Ibarra, que le garantiza la impunidad de las fuerzas armadas, cuyas quejas se seguirán acumulando todos los días, ante una ombudperson que ha demostrado públicamente, que está ahí para defender a los violadores de los derechos humanos y no del lado de las víctimas.
Así, salvo una sorpresa de última hora y que se imponga la decisión de la presidenta Claudia Sheinbaum, el Senado podría designar a Nashieli Ramirez Hernández como presidenta de la CNDH ya que trayectoria, méritos y cercanía con Sheinbaum la avalan, o por el contrario, el ala dura de Morena se imponga una vez más y en perjuicio del pueblo bueno, aprueben reelegir por cinco años más, a Piedra Ibarra.