La detención de Ovidio Guzmán López hijo menor del “Chapo” Guzmán y líder de una de las tres facciones del cártel de Sinaloa, conocida como “Los chapitos” ocurrida la madrugada del jueves 5 de enero en la capital de Sinaloa por parte de elementos del ejército y la guardia nacional, quien además cuenta con una orden de captura con efectos de extradición a los Estados Unidos y por quien se ofreció una recompensa de cinco millones de dólares.
Y ante la visita del presidente Joe Biden este fin de semana y del primer ministro de Canadá Justin Trudeau para la celebración de la “Cumbre de Norteamérica”.
Ambos eventos han puesto en el ojo del huracán al gobierno del presidente López Obrador, despertando las suspicacias en el sentido de que “casualmente” la detención de Ovidio se realizó en vísperas de la llegada de Biden a México y que ello le permitirá a AMLO negociar la extradición del Chapito para obtener beneficios de parte del gobierno norteamericano, o por lo menos recibir oxígeno en momentos en que los índices de violencia e inseguridad, así como de homicidios dolosos siguen a la alza y en Estados Unidos se cuantifica el mayor número de muertes por causa del consumo del fentanilo introducido en su mayor parte por el cártel de Sinaloa a territorio de nuestro vecino del Norte.
También se ha especulado, sobre el hecho de que tuvieron que pasar tres años dos meses de la primera detención de Ovidio ocurrida el 17 de octubre de 2019 y liberado en menos de 24 horas por órdenes de AMLO, para que de nueva cuenta las fuerzas militares y de la Guardia Nacional lograran su captura y reclusión en el penal federal del Altiplano.
Ante dicho panorama, cabe plantear las siguientes preguntas:
¿Cuáles son los hilos o intereses que se movieron en el gobierno federal y las fuerzas de seguridad para que se diera el operativo y captura de Ovidio?
¿Por qué en la primera captura se ordenó su liberación, para evitar se derramará sangre de civiles y en el operativo del 5 de enero, ese hecho paso a segundo término?
¿Por qué se dejó pasar tanto tiempo para se logrará el objetivo, permitiendo que Ovidio continuará introduciendo drogas a Estados Unidos impunemente, a pesar del pedimento de su captura y extradición?
¿Cómo afectará por la detención de Ovidio y re acomodo de los carteles la inseguridad y violencia en los Estados del Norte?
¿Por qué no aplicar la misma estrategia para capturar a Nemesio Oseguera alias “El Mencho” líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, por quien el gobierno de Estados Unidos ofrece una recompensa de 15 millones de dólares?
¿A qué niveles de complicidad se encuentran infiltrados los gobiernos estatales y municipales del norte del país, por estos carteles, que seguramente financiaron sus campañas?
¿Por qué no se conoce un informe de la UIF sobre las sumas de dinero y bienes incautados a los carteles de la droga y su destino?
¿Serán los carteles de las drogas quienes decidan al margen de los partidos políticos, la sociedad civil y las autoridades electorales quien será el próximo presidente de México en 2024?
¿Podemos afirmar que ahora si en los hechos se dio fin a la estrategia de seguridad del presidente “abrazos, no balazos”?
Todas estas interrogantes seguramente serán contestadas a partir de los hechos y acciones de las autoridades en los próximos días, donde debe prevalecer más la inteligencia y estrategia para lograr las capturas, que el uso de los operativos militares en los que siempre quedan en el fuego cruzado la población civil.