El sábado, Claudia Sheinbaum festejó los 7 años de la llegada de Morena a lo más alto del poder político en el país, de la mano del expresidente López Obrador.
Miles se dieron cita en el Zócalo de la Ciudad de México, lugar que ya es símbolo de la Cuatroté, para acompañar a la presidenta. Mucha fiesta, pero en Puebla no hay mucho aún para celebrar.
De entrada, el Movimiento tuvo que esperar unos meses para entrar en el Estado, porque Martha Érika Alonso derrotó a Miguel Barbosa y tomó protesta el 14 de diciembre de 2018, a penas 10 días antes de que se cayera el helicóptero donde viajaba junto a su esposo, el entonces senador Rafael Moreno Valle.
Luis Miguel Gerónimo ganó la segunda elección contra un débil Enrique Cárdenas y rindió protesta hasta el 1 de agosto del 2019, 8 meses después de la tragedia morenovallista. Desde ese día, inició una época oscura en la Entidad: sin obras, sin proyectos, sin programas y con un estilo lleno de rencor.
Sin duda, el Barbosismo es lo peor que le ha pasado a Puebla y los poblanos lo notaron. El exgobernador apareció un mes sí y el otro también entre los mandatarios peor evaluados de todo México.

Después, otra vez, vino la tragedia y Sergio Salomón tomó las riendas del Estado en diciembre de 2022. Justo ahí, inició la verdadera época de transformación en Puebla.
La política de la 4T dejó de ser de escritorio y ahora sí se empezaron a ver obras y eventos con la presencia del gobernador. Los perseguidos de Barbosa, que no eran pocos, pudieron descansar y asomar la cabeza nuevamente.
Después, vino la elección donde Alejandro Armenta arrasó convirtiéndose en el político más votado en la historia de Puebla y todo fue historia. Llegaron los grandes proyectos, el respaldo ciudadano y un proyecto que camina sin detenerse.
A penas empezaron a celebrar realmente los morenistas la llegada de la Cuarta Transformación a Puebla. Y lo que falta.
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