Claudio X. González siempre ha sido partidario de la privatización de la educación bajo dos perspectivas: que los padres de familia y los educandos puedan elegir en qué institución se van a formar sus hijos y la otra, por el enorme gasto que implica para el país sostener una educación pública que a pesar de la enorme inversión y sostenimiento del Estado, sigue padeciendo deficiencias y ha sido objeto del control político del magisterio y de los gobiernos en turno.
Para los defensores de la Nueva Escuela Mexicana promovida por la 4T, lo que busca X. González es evitar la divulgación del conocimiento en beneficio del progreso, postura que es apoyada por la derecha representada por el PANy la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), aunque estos organismos históricamente siempre se han opuesto a la educación pública y por décadas se han negado a cualquier perspectiva progresista en las aulas y hasta la fecha mantienen un fuerte rechazo a la educación sexual integral, la laicidad, los enfoques científicos en temas que entran en contradicción con el fundamentalismo católico, la crítica al sistema económico vigente y, en general, a la modernidad, la tolerancia y la solidaridad.
Un hecho que debe destacarse, es que antes del presente sexenio, la industria editorial privada estaba a cargo de la producción de los libros de texto gratuitos y eso les redituaba más o menos la mitad de sus ganancias y el hecho de que ahora sea la propia Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) la que se encargue de la producción y la distribución de los libros para el ciclo escolar 2023-2024 está afectando intereses económicos muy grandes y particulares. Y para muestra un botón: el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), Hugo Setzer, hecho que se confirmó durante la inauguración de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, donde el líder empresarial denunció la posibilidad de que la Secretaría de Educación Pública (SEP) desarrolle un libro de texto único para secundaria, lo cual, dijo, dejaría pérdidas millonarias para la industria editorial. Como el mismo Setzer señaló, la cesión de la última fase de la educación básica a las fuerzas del mercado deja mil 500 millones de pesos anuales a la Caniem, es decir, 15% de sus ingresos.
Mención aparte merece la postura adoptada por TV Azteca, propiedad del magnate Ricardo Salinas Pliego, quién a través de su noticiero estelar a cargo de Javier Alatorre afirmó que: “con los libros de texto se busca adoctrinar a los niños por difundir el comunismo desde sus primeros años escolares”; sin embargo la interpretación que han dado varios analistas, es que lo que busca Salinas Pliego es presionar al gobierno federal, a fin de lograr consolidar el pago de un millonario adeudo fiscal que tienen sus empresas con el SAT; pero volviendo al tema, la cuestión es que independiente a los errores y contenido ideológico de los libros de texto, que adolecieron de un debate nacional y de la participación de los docentes y padres de familia, se han trastocado intereses económicos, pues al final, dichos libros no hacen más que reconocer los avances que a la fecha se tienen, tales como el reconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres y no hay señal de una apología de Carlos Marx, además, el querer asustar a la población con el tema del comunismo ya es anacrónico, como dijo Julio ‘Astillero’, estamos ante el macartismo azteca. Hay que recordar que, en pleno contexto de Guerra Fría, tras finalizada la Segunda Guerra Mundial y la expansión del comunismo por Europa y Asia, en Estados Unidos se gestaba un fuerte odio al comunismo, que fue llevado a su máxima expresión por el senador republicano, Joseph McCarthy.
Si bien pudieran tener errores los libros no sería la primera ni la única vez, pero considero que sí es indispensable conocer la opinión de los expertos en educación y de los docentes que al final, son los que van a trabajar con los libros de texto. Son ellos quienes van a determinar el uso de estos en las aulas, pues dentro de su planeación incluso, no sólo utilizan dichos libros de texto, sino también están obligados al uso de otras obras para complementar su clase.
En esta lucha entre la propuesta educativa de la Nueva Escuela Mexicana impulsada por la 4T y los opositores, lo que debe prevalecer es el interés superior de la niñez mexicana y su derecho a recibir una educación de calidad que le permita contar con los conocimientos básicos para cursar estudios profesionales para poder emplearse, ya que ellos deben ser el centro de este debate y no los actores políticos que sólo están defendiendo sus posiciones de poder.