El rescate de Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz, conocido como “El Neto” y cabecilla del grupo criminal “Los Mexicles”, ha dejado en descubierto las irregularidades que se registraban en el Centro de Readaptación Social número 3 de Ciudad Juárez, en Chihuahua, donde además de albergar a presos peligrosos a pesar de no ser una cárcel de máxima seguridad, se contaba con celdas lujosas.
Al menos 10 de las celdas en el penal de la ciudad fronteriza estaban apartadadas para “reos VIP”, mismos que contaban con los recursos para tener mesas repletas de alcohol y llevar a cabo remodelaciones con azulejos a las habitaciones.
Fotografías reveladas por medios locales muestran que “El Neto” podía beber cerveza, mezcal y tequila cuando quería. También tenía la posibilidad de darse un baño en un lujoso jacuzzi adaptado al espacio de una de “las celdas”, si es que así se le puede llamar.
Si bien las comodidades con las que contaban “Los Mexicles” llaman la atención, no sorprenden, pues delincuentes mexicanos llevan años gozando de privilegios en las cárceles, ante la complicidad de las autoridades penitenciarias.
El autogobierno de “Los Zetas”
Durante el 2010, integrantes de “Los Zetas” utilizaron la prisión de Piedras Negras, en Coahuila, como su base de operaciones. Entraban y salían cuando querían. Armaban fiestas y cometían crímenes a metros de los oficiales que, se supone, debían cuidarlos.
De acuerdo con el informe “El Yugo Zeta. Norte de Coahuila 2010-2011”, al interior de la cárcel hubo asesinatos, torturas y otras actividades criminales. “Los Zetas” subordinaban a los otros presos y los reclutaban como sicarios. También decidían los horarios de visitas y distribuían drogas entre los internos. Ellos mandaban.
Sergio Aguayo, uno de los autores del informe referido, ha asegurado que el Gobierno de Coahuila “protegía la prisión y no dejaba entrar al Gobierno federal sin el permiso del director del centro, que era nombrado por Los Zetas”.
En medio de las matanzas cometidas ahí, los capos tenían espacios reservados para las visitas de sus familias, y para fiestas con alcohol, música y sustancias.
El final de Topo Chico
Otra tragedia reveló en febrero de 2016 los lujos con los que contaban “los presos VIP” en Monterrey, Nuevo León. Una riña multitudinaria provocó la muerte de 49 internos en el penal de Topo Chico. Pandillas dirigidas por integrantes de “Los Zetas” y el Cártel del Golfo se pelearon hasta la muerte.
Ya con el control del penal, autoridades hallaron celdas equipadas con pantallas, refrigeradores, saunas, salas, electrodomésticos, muebles y acuarios. En los pasillos de la prisión, los reos tenían acceso a cientos de puestos semifijos de alimentos y a un bar que era dirigido por uno de los grupos criminales que mandaban.
Agentes de Nuevo León se toparon también con decenas de altares a la Santa Muerte, mismos que serían destruidos.
El Gobierno estatal reconoció en ese momento las irregularidades dentro del penal e inició con los preparativos para cerrarlo de manera definitiva. En 2019, aún en la administración de Jaime Rodríguez Calderón, Topo Chico dejó de albergar a presos.
La rifa, “El Boss” y “El Chapo”
En marzo de 2022, Román Ruiz Guevara tomó la dirección del centro penitenciario de Culiacán, en Sinaloa, luego de que su antecesora tuviera que renunciar ante el hallazgo de zonas en las que los reos armaban peleas de gallos, guardaban dinero y armas.
A más de 700 kilómetros de distancia y once años antes, en Hermosillo, Sonora, un reo armó una fortuna al vender boletos de una rifa en la que el premio era una celda lujosa en el Cereso 1. Aire acondicionado, refrigerador, un reproductor de DVD, muebles y una televisión enorme era lo que incluía la oferta.
Tras ser descubierto, el reo identificado como Juan Manuel se quedó sin el dinero de la rifa, sin la celda, la cual fue destruida, y fue enviado a una zona de castigo, de acuerdo con autoridades estatales.
La Ciudad de México no puede quedarse fuera de este conteo de lujos. En 2019, por ejemplo, presos en el Reclusorio Norte dijeron a Milenio que por 15 mil pesos podían tener acceso a áreas privilegiadas, donde había Internet, televisión por cable, celulares y computadoras.
En febrero de 2021, Brandon, conocido como “El Boss” y presunto integrante de La Unión de Tepito, se volvió tendencia después de que él mismo mostrara en redes sociales que en su celda del Reclusorio Sur tenía comodidades, las cuales incluían almohadas, celulares, una televisión y una pecera.
Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, fue otro privilegiado en las cárceles mexicanas. Dos fugas, la segunda más inverosímil que la primera, mostraron la complicidad de autoridades. Si bien en su último escape el líder del Cártel de Sinaloa no contaba con lujos en su celda, sí guardaba, bajo el baño, un túnel con acceso directo a su libertad.